Hoher markt
Había visto imágenes del reloj Anker en varios libros y revistas, pero lo imaginaba en un entorno mas espectacular. Así que me sorprendió encontrarlo en un ladito de la plaza, formando parte de un pasadizo que une un edificio con otro. Me acerqué y no pude dejar de maravillarme ante el colorido y la elegancia del reloj.
Lo curioso es que fue encargado por la Anker Insurance Company y hecho por Franz Matsch en 1914, pero tiene aires más antiguos, como si bebiera de las mismas fuentes de los escultores asirios.
Lo curioso es que fue encargado por la Anker Insurance Company y hecho por Franz Matsch en 1914, pero tiene aires más antiguos, como si bebiera de las mismas fuentes de los escultores asirios.
Cada hora sale una procesión formada por personajes históricos, como el Emperador Marco Aurelio, el duque Rodolfo IV o el mismísimo Haydn con una música parecida a la de un órgano.
Aunque en algunas partes parece de mármol, está totalmente hecho de bronce y cobre y es realmente bonito verlo de cerca, colocarse debajo y ver como desfilan los personajes, sobre todo a las 12 que es cuando lo hacen todos.
Aunque en algunas partes parece de mármol, está totalmente hecho de bronce y cobre y es realmente bonito verlo de cerca, colocarse debajo y ver como desfilan los personajes, sobre todo a las 12 que es cuando lo hacen todos.
Esta plaza, en la que antiguamente tenían lugar los mercados de pescado y textiles, así como las ejecuciones, se asienta sobre las ruinas de la antigua guarnición romana que puede visitarse, aunque en el momento de mi visita estaba en restauración.
También, en el centro de la plaza, encontramos la Vermählungsbrunnen o Fuente Nupcial, como la conocen los vieneses. Su origen está en la promesa que hizo el emperador Leopoldo de que si su hijo regresaba con vida de Landau, erigiría una columna de agradecimiento. Se compone de un gran baldaquino rodeado de figuras entre las que destacan la de José y María, los sumos sacerdotes, ángeles y unas urnas doradas propias del barroco.
Es un rincón muy recomendable, y si hace sol, podemos sentarnos a admirar los edificios que cierran la plaza casi completamente.
En la época medieval, el gueto judío estaba localizado en la actual Judenplatz. Al entrar por una de las callejuelas laterales, lo primero que encontramos es una estatua de Ephraim Lessing que parece antigua pero no lo es, ya que es una reproducción de una anterior. Y es que este insigne critico y dramaturgo defendió los derechos del pueblo judío aún siendo alemán, por lo que los nazis decidieron que era una vergüenza honrar a alguien tan "antipatriótico" como Lessing. En fin, una locura más de las guerras.. El mismo escultor la hizo de nuevo y la colocó en el mismo sitio en 1982.
El cubo que vemos en el centro es el monumento a las víctimas del nazismo, que se inauguró en 1999, aniversario de la Kristal Nacht, o Noche de los Cristales Rotos.
Al fondo encontramos el Museo Judío que nos muestra, sin entrar en dramas ni holocaustos, el nombre de los 65.000 judíos austriacos asesinados por los nazis, varias exposiciones de elementos de la vida cotidiana judía, arte contemporáneo y los restos, tras pasar un pasillo de frío acero, de la antigua sinagoga que se encuentra bajo la plaza.
Todo lo visto nos lleva a pensar en el destino de los judíos, que siempre han sido envidiados por su innata y elevada capacidad para los negocios, acusados de brujerías y rituales, como en 1421, cuando en este mismo sitio casi toda la población judía fue ejecutada, convertida al cristianismo a la fuerza, o expulsada. Afortunadamente, en 1781, un edicto les permitió el libre ejercicio de sus actividades, lo que enriqueció económica y culturalmente a la ciudad de Viena.
Hasta que llegaron los nazis, y a partir de 1938, de los 170.000 judíos que vivían en la ciudad, entre expulsiones, deportaciones y ejecuciones, la cifra fue bajando hasta quedar sólo 7.000.
Evidentemente la economía y la vida cultural cayó a niveles de bajo mínimo, y solo en épocas modernas se consiguió recuperar en parte su esplendor.
El cubo que vemos en el centro es el monumento a las víctimas del nazismo, que se inauguró en 1999, aniversario de la Kristal Nacht, o Noche de los Cristales Rotos.
Al fondo encontramos el Museo Judío que nos muestra, sin entrar en dramas ni holocaustos, el nombre de los 65.000 judíos austriacos asesinados por los nazis, varias exposiciones de elementos de la vida cotidiana judía, arte contemporáneo y los restos, tras pasar un pasillo de frío acero, de la antigua sinagoga que se encuentra bajo la plaza.
Todo lo visto nos lleva a pensar en el destino de los judíos, que siempre han sido envidiados por su innata y elevada capacidad para los negocios, acusados de brujerías y rituales, como en 1421, cuando en este mismo sitio casi toda la población judía fue ejecutada, convertida al cristianismo a la fuerza, o expulsada. Afortunadamente, en 1781, un edicto les permitió el libre ejercicio de sus actividades, lo que enriqueció económica y culturalmente a la ciudad de Viena.
Hasta que llegaron los nazis, y a partir de 1938, de los 170.000 judíos que vivían en la ciudad, entre expulsiones, deportaciones y ejecuciones, la cifra fue bajando hasta quedar sólo 7.000.
Evidentemente la economía y la vida cultural cayó a niveles de bajo mínimo, y solo en épocas modernas se consiguió recuperar en parte su esplendor.
Iglesia griega de la Santísima Trinidad
Otra de las joyas de Viena que no aparece en la mayoría de las guías de la ciudad, pero que a mí, como buen callejeador que soy me vienen al paso.
Esta preciosa y extraña iglesia se encuentra perdida en una callejuelas de aire medieval que la esconden de las miradas indiscretas de la gente y de los turistas, menos de mí.
Digo que es extraña porque como pueden ver en las fotos el edificio es muy llamativo, por sus colores y su aire oriental, tan fuera de lugar entre los edificios neoclásicos y barrocos que la rodean, y fue construida a finales del S.XVIII, al igual que las sinagogas y otras iglesias ortodoxas y protestantes.
Digo que es extraña porque como pueden ver en las fotos el edificio es muy llamativo, por sus colores y su aire oriental, tan fuera de lugar entre los edificios neoclásicos y barrocos que la rodean, y fue construida a finales del S.XVIII, al igual que las sinagogas y otras iglesias ortodoxas y protestantes.
También es extraña porque la entrada es muy pequeña, casi como la puerta de una casa de huéspedes, y al abrirla se presenta un zaguán ancho y largo, ricamente ornado con pilastras y paredes de mármol y techos pintados en estilo bizantino. La mejor parte es esta, porque luego, la iglesia en sí es como cualquier otra, eso sí pletórica de mármoles y dorados, aunque eso sí, con más representaciones pictóricas que en la mayoría.
La historia de la iglesia no está exenta de vicisitudes.
La historia de la iglesia no está exenta de vicisitudes.
El edificio original fue levantado en una época, la Contrarreforma, en que los Habsburgo seguían siendo rigurosamente católicos, y estaba prohibido construir templos no católicos. Pero a finales del S.XVIII el emperador José II levantó dicha prohibición a través del Edicto de Tolerancia, aunque estableció que las iglesias o templos no católicos que se construyeran tenían que tener fachadas sencillas y no tener apariencia exterior de edificio religioso. Y así se construyeron hasta el S.XIX, cuando se suprimieron estas estrictas normas; fue entonces también, concretamente en 1833, cuando la iglesia ortodoxa griega de la Santa Trinidad fue modernizada.
Pero fue entre 1856 y 1858 cuando el famoso arquitecto de la Ringstraße, Theophil Hansen, diseñó una nueva fachada en estilo historicista así como nuevos interiores, al estilo de las iglesias bizantinas, gracias, entre otras, a las espléndidas donaciones del banquero vienés-griego Georg Simon Sina.
Desde 1963, la iglesia ortodoxa griega alberga además una escuela y biblioteca griegas.
Desde 1963, la iglesia ortodoxa griega alberga además una escuela y biblioteca griegas.
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