La bombonera de Sissi
En plena ciudad de Viena se levanta el Hofburg, uno de los edificios imperiales de los Habsburgo, lleno, hasta los bordes, de colecciones de un valor incalculable, pero no artísticas, sino domésticas.
La suntuosidad y el lujo de la vida cotidiana de los monarcas de la familia, que durante más de siete siglos habitaron el palacio, queda patente en el recorrido que hacemos por el antiguo castillo, mil veces reformado y embellecido.
Las colecciones empiezan mostrándose en forma de cuberterías de plata y oro, vajillas de la más fina porcelana oriental y europea, centros de mesa y candelabros de oro macizo, delicadas fuentes que parecen romperse con sólo mirarlas, conjuntos de viaje desmontables para un día de campo o una travesía por mar y las más delicadas servilletas y manteles sobre los que poner las finas copas del mejor cristal veneciano.
Después del final de la era de los Habsburgo, todos los objetos pasaron a formar parte del patrimonio estatal.
Hay que detenerse en muchas ocasiones para poder deleitarse con la filigrana dorada, el doblado de servilleta al modo imperial, o las pinturas que adornan los fondos de plato.
Nunca pensé que se hubiera podido conservar, y en tan buen estado, tanta muestra de grandeza y opulencia.
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