lunes, 1 de febrero de 2016

Fascinante India (I)

India es el país de los contrastes, quizá el más fascinante del mundo por estas diferencias dentro de sí mismo y con el resto del mundo. Tan sólo hay que pensar que es es séptimo más extenso del globo terráqueo y el segundo más poblado después de China. Con tantos habitantes, y tantas maneras de pensar no debemos extrañarnos. Como una gigantesca sopa, en el subcontinente se mezclan por miles las lenguas, las culturas, las etnias, las creencias y los estilos de vida.
Por eso esperé unos años viajeros para curtirme y poder afrontar la enormidad de sus ruidos, de su frenesí y de su caos. Disfrutar de los templos, las tumbas y fuertes centenarios, sus olores y colores, conlleva aceptar sus diferencias de casta y sus desigualdades, el impacto de los grandes rascacielos recortados tras los palacios de los maharajás, las vacas sagradas que duermen sin ser molestadas en las aceras, la quietud y silencio de los santones...
Así que llegado el momento volamos a su encuentro, esperanzados pero un poco temerosos de que nuestra mente pudiera absorber todo lo que iban a captar nuestros sentidos.

Nada más llegar nos echamos a la calle, a tomar el pulso de la ciudad de Nueva Delhi.
Puerta de la India.- Un arco inmenso de arenisca roja, que se construyó en conmemoración de los soldados indios y británicos caídos en la I Guerra Mundial y de los fallecidos en combate en la provincia North West Frontier y en la Tercera Guerra Afgana. Una llama perpetua arde en memoria de los soldados que murieron en la guerra indo-pakistaní de 1971. Enfrente de la puerta se eleva el templete donde se instaló una estatua del rey Jorge V en 1936. La estatua está ahora en Coronation Park.






Mezquita de Jami Masjid. Construida sobre un promontorio natural en 1656 por el emperador Shah Jahan, con tres imponentes cúpulas de mármol blanco y negro y dos alminares gemelos que flanquean su majestuoso arco central. Necesitó 6 años y 5.000 obreros para su edificación, con un coste de casi un millón de rupias.


 
Una gran escalinata de arenisca roja conduce a las magníficas puertas arqueadas donde en tiempos de Aurangzeb, se vendían caballos y actuaban malabaristas.

 
En el gigantesco patio cuadrado de 15.000 metros cuadrados caben hasta 20.000 personas en las oraciones del viernes y en el Id, cuando alberga numerosos fieles. Junto a la pila de abluciones está la plataforma donde antes de la existencia de megafonía se colocaba un segundo lector de oraciones para repetir a los fieles situados demasiado lejos las palabras del Imán.











 
Rajghat.-El símbolo más emblemático de la India es el lugar donde fue incinerado Gandhi. Una plataforma de granito negro donde se leen sus palabras, " He Ram!" ( Oh Dios!) ocupa ahora el lugar. El único toque de color lo dan las guirnaldas de caléndulas.


Lakshmi Narayan Mandir Temple.- Erigido en 1938 por el industrial B.D.Birla, fue uno de los primeros templos abiertos a todas las castas, y Mahatma Gandhi asistió a su primera puja.



 Tiene una entrada de mármol y shikharas (agujas) de color ocre y marrón en el exterior e imágenes de Visnú y su consorte Lakshmi en el altar mayor del interior.

 El Gurdwara Bangla Sahib es uno de los templos Sikhs de Delhi. El Sikhismo basa sus creencias en el monoteísmo, la negación de castas, la humildad y el servicio al prójimo. Al recinto del templo se accede descalzo y con la cabeza cubierta, para lo cual proporcionan un pañuelo de un vivo color naranja, y no se puede entrar con comida ni cigarrillos. A la entrada hay un pilón donde hay que meter los pies; a continuación se pasa a una explanada de mármol que rodea el edificio del templo.


 
Mehrauli. Qtub Complex.- Se construyó en 1193 y es una amalgama de paneles decorativos hindúes, obtenido de los templos derruidos en los alrededores, y de cúpulas y arcos árabes. En la foto, la mezquita Quwwat-Ul-Islam, donde los motivos hindúes, como campanas y cuerdas, se muestran claramente en los pilares.



















 
Qutb Minar. Esta torre de la Victoria de cinco plantas la inició Qutbuddin Aibak y la completó su sucesor, Iltutmish. Es la más alta de la India y marca el lugar donde se estableció el primer reino musulmán.





 
Y dejamos atrás Delhi para empezar nuestro recorrido por el norte del país.

Pronto veríamos lo fácil que es detener la marcha del viaje a causa de los rebaños de vacas en la carretera.

 Los maharajás del norte de India, tras las luchas internas y el dominio británico fueron poco a poco perdiendo su poder y posición económica, por ello, muchos tuvieron que poner sus gigantescas mansiones y palacios a disposición de los visitantes y turistas.
Gracias a ello, pudimos disfrutar del alojamiento en uno de los más fascinantes fuertes del norte de India, el actual Hotel Mandawa Castle, en la región de Shekawati,  norte de Rajastán. Este edificio y sus jardines, levantados en el siglo XVIII, no tiene dos habitaciones iguales, y por la noche nos deleita con bailes y cenas típicas entre los árboles de su cuidado jardín.



Los salones eran sencillamente exquisitos, con ésa pátina viejuna que solo el paso del tiempo y el oro de las antiguas familias hindúes puede darle.






Las amplias y antiguas havelis, con exuberantes frescos en los muros, las construyeron entre el siglo XVIII y el XX, los mercaderes marwaris locales. Su interacción con los británicos y la exposición a las nuevas tendencias urbanas e industriales influyeron en su estilo de vida, convirtiendo sus casas en el reflejo de las nuevas ideas, riquezas y posición social.


















 Torre de una cisterna en el pueblo de Mandawa




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