domingo, 3 de marzo de 2013

España. Un paseo por Castilla y León (III)

 Y de un castillo nos vamos a otro, el de Coca en Segovia, cuna del emperador romano Teodosio, que aparece en el catálogo de los castillos más hermosos de España.


Edificada en estilo gótico mudéjar por la poderosa familia Fonseca allá por el siglo XV, esta fortaleza palacio toda ella construida en ladrillo se levanta en un cerro cercano a la población y rodeada de un profundo foso.


Fueron maestros de obra moriscos los que dieron forma sobre plano y usando el moldeable y noble barro de sus ladrillos a este castillo de paredes profusamente adornadas, que combina líneas rectas con las suaves ondulaciones de almenas y torreones.

Dentro contrasta el patio renacentista que dio el postín e importancia que merecía la poderosa familia Fonseca y en particular uno de sus miembros, el arzobispo de Sevilla don Alonso de Fonseca, que para demostrar su riqueza regaló tras una cena bandejas repletas de joyas y pedrería a los asistentes al ágape.


Todo era poco en lujo y esplendor para la familia, hasta que llegó un administrador de los Alba, que fueron los siguientes propietarios del castillo, y despojó de riquezas su interior, hasta incluso se llevó las preciosas columnas de mármol que adornaban el hermoso patio.



Si hablamos de leyendas, hay una muy hermosa pero al tiempo trágica, que cuenta la desventura del Marqués de Cenete, hijo del gran cardenal Mendoza, que pretendía a una de las hijas de la familia Fonseca. Al parecer murió quemado por las brasas lanzadas desde las almenas cuando intentaba acceder al castillo para encontrarse con su amada.


En la Torre del Homenaje, desde la que se tiene una vista impresionante de los alrededores sufrieron prisión personajes de la altura del Duque de Medina Sidonia o don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán.


Según cuenta la tradición, y se conservan documentos que la avalan, los Reyes Católicos decretaron que la fortaleza no podía ser heredada por mujeres, para que de esta manera quedara siempre en manos de los varones de la familia Fonseca.



Su belleza ha hecho que tengan lugar entre sus murallas rodajes de varias películas y series, e incluso una superproducción de Bollywood.



Y llegamos a Segovia, a tiempo para ver cómo atardecía sobre algunos de sus hermosos monumentos.





A la mañana siguiente salimos a recorrer la ciudad. Si queremos conocer todos sus secretos recomiendo esta visita guiada .

El emblema y símbolo de la ciudad es, indudablemente el Acueducto, una de las más impresionantes obras de ingeniería romana que se levanta aquí desde el siglo I después de Cristo. Su función primordial era la de llevar el agua desde la sierra hasta un importante campamento romano que se ubicaba en el solar que hoy ocupa el impresionante Alcázar.


728 metros de longitud, 163 arcos y 29 metros de altura forman el tramo más importante y mas fotografiado de los 15 km que mide en su totalidad el maravilloso ingenio hidráulico hecho en bloques de granito sin ningún tipo de argamasa que los una. 



Este hecho y la enormidad de su envergadura contribuyeron a que se fraguara una preciosa leyenda sobre su construcción. Al parecer una joven aguadora, cansada de transportar el agua para sus menesteres en pesados cántaros hasta su casa en la parte alta de la ciudad, ofreció su alma al diablo si éste, de alguna manera era capaz de hacer que el preciado elemento llegara hasta su casa sin necesidad de tanto trabajo.

No había acabado de formular su deseo cuando apareció ante ella el mismísimo Satanás, que le aseguró que se encargaría de en tan sólo una noche construir un acueducto que llevara el agua hasta su casa. 
Claro que el precio de la obra a emprender lo había fijado la misma segoviana, así que se pasó la noche rezando a la Virgen para intentar que el demonio no construyera el puente y se llevar su alma a los infiernos.

Mientras, el codicioso Satán había encargado a un ejercito de diablillos que levantaran el acueducto, pero ya sea por intervención de la Virgen o por puro azar, en el momento en que cantó el gallo y el sol se levantó sobre Segovia, no se había colocado aún la última piedra de la obra. Así que el demonio volvió al Infierno sin el alma de la joven, no sin antes dejar unos feos agujeros entre las piedras que son las marcas de sus garras...

Nos vamos a la Plaza de San Martín, que se llama así por iglesia del mismo nombre, pero también de Juan Bravo, ya que hay una estatua del líder comunero que nos da la bienvenida a este espacio histórico.


Aunque también se la conoce como Plaza de las Sirenas, porque acompañando a Juan Bravo se encuentran unas esfinges barrocas que al parecer fueron confundidas con sirenas por el pueblo llano que no tenía una idea muy clara de cómo eran estos seres mitológicos, mitad mujeres y mitad peces.

Pero pongamos nuestra mirada en los edificios que conforman la plaza. Por un lado impresionantes casonas como la casa de Juan Bravo o el torreón de los Lozoya, e incluso la Cárcel Real que es hoy biblioteca y archivo.




La iglesia de San Martín, que mezcla la austeridad del románico segoviano de sus muros con la gracia del mudéjar de su torre, que a la vez presenta una cubierta barroca, se levanta donde antes hubo un templo mozárabe, nos muestra orgullosa una preciosa galería porticada.



Y nos vamos al Alcázar, que desde lejos asemeja a la proa de un barco que hendiera su quilla en un bravío mar de rocas.


No podemos negar que su perfección arquitectónica es tan absoluta y armónica que es inevitable que nos recuerde a los castillos de cuentos de hadas o incluso al de Blancanieves de Disney,
Pero dejémonos de fantasía y centrémonos en la realidad de la fortaleza palacio que es el segundo símbolo de la ciudad. Antes que él y ocupando parte del solar sobre el que descansa, ya hubieron campamentos romanos y fortalezas medievales. Fue más adelante, alrededor del siglo XV cuando fue tomando la forma actual, tras sucesivas reformas y ampliaciones.


Desgraciadamente un voraz incendio lo destruyó casi por completo en 1862, pero gracias a él, al restaurarlo, se descubrieron partes románicas de su primitiva estructura.
Dentro, encontramos el patio de armas, la sala de los Aljimeces, la sala de la Chimenea que fue despacho de Felipe II...


el Salón del Trono, la sala de la Galera, la de las Piñas...






podemos incluso entrar a la Cámara del Rey para ver su preciosa cama de nogal.


Impresionante es también la sala de los Reyes, con su magnífico artesonado y el friso que la recorre donde están representados 52 reyes y reinas españoles.


Por todo el recinto se suceden salas que muestran armaduras y armas de varias épocas.



En la capilla podemos admirar sus preciosos retablos e imaginar la boda que en ella tuvo lugar, la de Felipe II y Ana de Austria.


No olvidemos subir a la Torre de Juan II para admirar el paisaje que se extiende fuera del recinto de la ciudad.

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