Por segundo año consecutivo la asociación Gran Canaria Spa, Wellness & Health nos volvió a citar en la preciosa isla para probar y disfrutar las virtudes y los encantos de un tipo de turismo muy diferente al habitual.
La asociación reúne bajo una misma marca a los mejores centros pertenecientes a dos grandes áreas: el área de Bienestar, compuesta por trece centros de Spa y Talasoterapia integrados en establecimientos hoteleros de primerísima calidad y un centro de Talasoterapia; y el área Médica, compuesta por tres grandes grupos del sector de la medicina y la salud de reconocido prestigio en Canarias.
Así que en tan sólo veinte minutos nos plantamos en Gran Canaria y empezamos la aventura.
En el aeropuerto nos esperaba nuestro fantástico guía y conductor, que nos llevaría de uno a otro lado durante los cuatro días que duraría la experiencia de Gran Canaria Wellness 2.
El primer establecimiento que visitamos y donde nos hospedaríamos dos noches es el maravilloso Gloria Palace Amadores Thalasso & Hotel.
¡Cuánta razón tuvieron y tienen los que bautizaron a la cadena de hoteles Gloria con este adjetivo! Porque en la gloria nos encontramos nada más pisar la entrada de sus establecimientos, tan especiales y únicos en todos los sentidos y donde todo parece haber sido pensado para disfrute y placer de los que tienen la suerte de alojarse en ellos. La suerte, por ejemplo que tuve yo, cuando pude vivir la experiencia de comprobar en primera persona lo que son las vacaciones perfectas, aquellas en las que cada uno de nuestros sentidos se deleitan con los detalles que Gloria Amadores nos tiene preparados.
El de Amadores es un hotel con personalidad propia por muchos motivos. El primero por su situación, ya que parece que hubiera surgido de la nada, desde dentro del acantilado donde el genial arquitecto Luis López tuvo la acertada idea de levantarlo e integrarlo en el paisaje de manera magistral, minimizando el impacto visual que una construcción de estas características podría tener. Esa misma localización le da un valor impagable a la hora de disfrutar del paisaje único que nos ofrece la costa de Gran Canaria.
Una vista que parece abarcarlo todo, desde la costa a nuestros pies, cálida y cristalina, hasta la línea del horizonte, donde el mar parece no acabar nunca. Y los atardeceres.... con dos únicos protagonistas, por un lado el rojo sol, despidiéndose de una jornada en la que ha regalado toda su luz y calor a los que desde lejanas tierras o cercanos países han llegado a Gran Canaria y por otro lado, marcado en sombras por ese mismo sol que se oculta tras el mar, el volcán Teide, que desde la cercana Tenerife parece no querer perderse ese momento mágico y especial, ese romance entre dos islas que nos regala el hotel Gloria Amadores.
Si ese panorama lo disfrutamos desde las cómodas tumbonas del Thalasso, después de una completa y relajante sesión de SPA, la sensación no tiene precio. Pero del Wellness Center ya hablaremos más adelante, porque me gusta llevar un orden, sobre todo cuando hay tantas cosas y tan valiosas que contar. Como la arquitectura y la decoración del hotel, nacida de la colaboración del arquitecto López con el artista canario Pepe Dámaso, cuya genial imaginación y habilidosas manos le otorgaron una personalidad muy fuerte al establecimiento. Pero entremos al hotel, que ya desde el vestíbulo nos enseña originalísimas composiciones murales con las que, utilizando restos de barcas canarias y otros objetos de fuerte inspiración marinera, Pepe Dámaso quiso adornar sus paredes y regalar nuestros ojos con obras de arte que parecen vivas.
Un vestíbulo que entra al hotel, de manera suave. como un paseo. Pero es un paseo que nos invita a comprar, ya sea para nuestro propio placer o para llevar recuerdos a nuestros familiares que nos traigan a la memoria la maravillosa isla de Gran Canaria.
El amplio pasillo nos ofrece tiendas de productos naturales canarios, como el aloe vera, o de complementos, bañadores y perfumes. Todo lo que podamos necesitar o de lo que nos encaprichemos durante nuestras vacaciones en la isla. Uno de los puntos fuertes del hotel es el que aparece al acabar el vestíbulo.
Un hall de recepción realmente impresionante en altura y amplitud, soportado y gobernado por dos grandes arcos que fundamentan la estructura de manera magistral. A la derecha, unas cristaleras que se abren al mar y nos invitan a contemplar el infinito océano. Al otro lado la recepción, abierta y con un gran mostrador donde nos espera un personal siempre sonriente y dispuesto a cumplir cada uno de nuestros deseos para que nuestra estancia sea memorable.
Pero no acaban ahí las sorpresas que nos depara este espacio, ya que desde aquí podemos ver todo lo que ocurre en el animado salón del piso inferior, donde por la noche se ofrecen espectáculos de gran calidad, o donde simplemente podemos disfrutar de una copa a lo largo del día. Es vital, por lo menos para mí cuando llego a un hotel, ver la habitación, el lugar de descanso durante las vacaciones. Así que nos dirigimos a la nuestra con rapidez. Al abrir la puerta nos encontramos casi de frente con el mar, tal era la luz y la panorámica que nos ofrecían los amplios ventanales que daban a una espaciosa terraza desde donde también teníamos vista de la estupenda zona de piscinas y bares.
La habitación es realmente enorme, con una cama cómoda y muy grande, para que podamos descansar plenamente. Tanto el dormitorio como el cuarto de baño, disfrutan de un mantenimiento y limpieza perfectos, una marca de calidad más de la casa y que es algo que cada día se agradece más. Después de haber visto la piscina, la tentación estaba servida. No pudimos resistirnos a bajar a refrescarnos en una o en dos de las enormes albercas de limpias y cristalinas aguas con un efecto de infinita que le dan los cristales desde donde vemos el inmenso océano Atlántico.
Alrededor encontramos varios bares para saciar nuestra sed o pedir algo de picar hasta que llegue el momento de disfrutar de la copiosa y deliciosa comida que ofrece el buffet del hotel, así como una completa zona de juegos e incluso un escenario para actividades al aire libre. Y ya que hablamos de comer, acerquémonos al espectacular buffet que cuenta con un gran comedor interior o si lo preferimos una terraza desde donde ver el mar mientras saboreamos deliciosos manjares que el hotel pone a nuestra libre disposición.
Y después de que nuestros sentidos del gusto, el olfato y la vista se hayan recreado en el buffet, nada mejor que pasar al plato fuerte del hotel, el Thalasso. Situado en la parte inferior del edificio, cuenta con una extensa oferta de relax que puede competir con total tranquilidad con los mas selectos centros de wellness del mundo.
Desde la recepción, donde el personal se desvive por proporcionarnos toda la información que deseemos hasta el equipo de maravillosos masajistas que parecen tener manos de oro, pasando por unas instalaciones con vistas únicas, que nos otorgan las más placenteras y relajantes sensaciones que puede ofrecer el agua.
Multitud de chorros de alta potencia para tratar contracturas o músculos entumecidos y maltratados por el ritmo de vida actual o suaves cascadas y burbujas para conseguir una relajación inmediata, en piscinas de agua tibia o helada, que estimulan la circulación y preparan el cuerpo para el trabajo cotidiano. Un circuito de sauna, baño turco y varias duchas escocesas y de aceites aromáticos completa los servicios de agua de este magnífico Thalasso. Un mundo aparte lo constituyen los fantásticos y completos tratamientos que los expertos profesionales de Gloria Amadores nos pueden brindar. Multitud de paquetes de estética y belleza y un abanico muy amplio de masajes, como el que comprende un relajante baño de algas y burbujas, que precede a un exquisito envolvimiento exfoliante de algas, para acabar con un magistral masaje drenante...
Tengo que reconocer que a sensación fue tan placentera que inmediatamente caí dormido, relajado y tranquilo. Para el final he dejado tres joyas. Las dos primeras son dos maravillosas personas, amables, alegres y grandes profesionales de las relaciones públicas, que representan al hotel de cara al cliente de manera magistral: Bárbara ( Marketing y Promoción) y Eva ( Relaciones Públicas). Fue un placer disfrutar de la visita al hotel y el posterior almuerzo en su compañía. Sinceramente lo habría alargado indefinidamente, tal fue el placer que nos proporcionó su compañía y la interesante conversación que mantuvimos. Siempre formarán parte de nuestra fantástica experiencia en el Gloria Amadores como cabezas visibles del increíble equipo de profesionales del hotel. ¡Muchas gracias por todo, chicas! La última perla de la corona del Gloria, es el ascensor panorámico que nos baja desde el hotel, deslizándonos por el acantilado, hasta el paseo marítimo que recorre la costa y nos lleva a la cercana playa de Amadores. Toda una experiencia que nos ofrece Gloria Amadores como uno más de los múltiples placeres con los que cuenta este maravilloso hotel de Gran Canaria. Tengan por seguro que repetiremos estancia, tal y como hacen los clientes que año tras año se han mantenido fieles a la calidad y el estilo de Gloria. Claro, ellos saben dónde está la verdadera Gloria....
Gran Canaria es una isla preciosa, llena de encanto, de bellezas naturales, de gente abierta a los extraños, cosmopolita y amable, un continente en miniatura que engloba rincones únicos que a lo largo de los siglos todo aquel que ha tenido la suerte de visitarla ha sabido apreciar y disfrutar.
Pero la Naturaleza, si bien ha abierto la mano en todos esos dones, no supo proveerla de suficiente agua como para que sus habitantes pudieran vivir en total tranquilidad.
Por eso, una constante en la vida de todos los grancanarios ha sido, es y será la búsqueda de la manera, del modo de hacer que el oro líquido siguiera fluyendo desde los picos de la isla y pasando por los barrancos para perderse en el mar.
Cuando tomamos algún sendero de montaña, o pasamos con nuestro vehículo por las carreteras que recorren la isla, a cada paso vemos muestras de esa lucha continua que tienen los campesinos, e incluso los habitantes de las ciudades para que no se les escape ni una gota del preciado líquido.
Tomaderos, estanques, balsas, presas, pozos, galerías, acueductos, conducciones, túneles, desaladoras y depuradoras, salen a nuestro encuentro para demostrarnos que la batalla por no perder el agua de la vida es cuestión de ingenio.
Y he aquí que la zona que visitamos se convierte en el terreno ideal para construir esos grandes depósitos que luego aliviaran la sed de líquido de cultivos y animales. Ideal porque el suelo es poco permeable, y aunque llueva menos que en el norte, el agua se mantiene mucho más tiempo embalsada sin que la tierra la vuelva a absorber. La gran cantidad de presas en tan poco espacio hacen de Gran Canaria un caso singular en el mundo, y tal es así que en ella se pueden distinguir todos los tipos de presas existentes: de mampostería, de hormigón, de materiales sueltos, mixtas...
De las tres que visitamos, la más espectacular es, sin duda, la de Soria con una capacidad de 32 hm3 y una altura de 120 metros. Es la única presa que nunca ha rebosado, de hecho solo se ha llenado hasta menos de la mitad de su capacidad y eso que la mayor parte de su agua, por no decir toda, viene de otra de las presas, la de Chira, que es sin duda la más espectacular por la cercanía de su paisaje montañoso y la cercanía de los barrancos de Arguineguín y el mismo de Chira.
La de La Niñas es más famosa por la leyenda de su nombre, que según los eruditos viene por unas cuevas que se localizan en las inmediaciones de la presa y que contenían restos, esqueletos para ser exactos de pequeñas aborígenes, y según la voz popular, tomó el nombre por "las niñas" de costumbres libertinas que frecuentaban el lugar para solaz de los trabajadores que intervenían en la construcción del embalse y de las carreteras de la zona.
Al paso y mientras nos dirigimos de una a otra, nos salen curiosidades como la que vemos en dos de las fotos, un curioso jardín de cactus sembrado en tazas de váter o un arco de piedra que mezcla el fervor religioso con las creencias de brujas.
Una manera preciosa de recorrer siguiendo la ruta del agua.
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