Y llegamos a la Plaza de los Tritones, donde cogimos el autobús que por 0.47 céntimos de euro nos llevo a la Medina, primera capital de Malta, algo que no hay que perderse.
Miren las imágenes del autobús.El uso de los autobuses malteses nos permite entrar en el túnel del tiempo. Estos vehículos forman una flotilla digna de una exposición de medios públicos de transporte de mediados del siglo XX.
Tienen una antigüedad de más de treinta o cuarenta años, el volante a la derecha como en todas las antiguas posesiones coloniales británicas y son de un color naranja amarillento.
En su interior los asientos, generalmente de plástico, suelen estar diseminados de una manera anárquica con la particularidad de no encontrar ningún autobús que se parezca a otro.
La parada de autobús está en el antiguo casino de la ciudad. Allí paramos un momento a tomar un café servido como en los pueblos de antes, en tazas grandes, con azucarero y bandeja de plástico.
A dos pasos está la plaza principal de la ciudad nueva y la puerta de entrada a la antigua medina. Aquí recomiendo reservar un tour gratis por Mdina.
La Mdina de Rabat, antigua capital de la isla, es una ciudad amurallada con una única entrada. Por aquí se entra y se sale después de visitarla, no hay otra puerta.
La llamada "ciudad del silencio" consta de unos apartados para que más o menos sea fácil visitarla sabiendo en cada momento donde estás. La plaza de la entrada, la de la catedral, su calle central que te lleva directamente hasta el mirador sino te desvías, y las llamadaS "old city" y "the village", que se ubican a un lado y a otro de la calle central.
Aquí estoy yo condenado por viajero incansable.
Esta puerta fue construida a unos metros de la principal. Se puede ver una inscripción que se refiere a su construcción en 1724, así como el escudo de armas del Gran Maestre. Bajo esta puerta juraban los Grandes Maestres el compromiso de protección y fidelidad a la ciudad.
Fíjense en este pequeño limosnero de la Iglesia de Santa Ágata, una de las patronas de la ciudad
Interior de la capilla, erigida en 1417.
Si hay algo con colorido en la Mdina, sin duda alguna son los balcones, las puertas y las ventanas. Todas con el clásico toque mediterráneo y cuidadas al máximo por sus habitantes. Aunque ninguna es demasiado llamativa, si es cierto que la gran mayoría llama la atención del turista.
Están tan bien cuidadas que se han convertido en uno de los reclamos turísticos del país. Podrás encontrar a modo de "souvenir" postales de estas puertas y ventanales por toda la isla de Malta.
Plaza de la Catedral de Mdina.
Esta plaza pequeña, estrecha y casi siempre a la sombra, es el ejemplo más claro de lo que fue en su día la capital.
El poder eclesiástico, las familias más poderosas que construían casas de lujo a su alrededor y los dos poderosos cañones que protegen la puerta de la catedral; estas tres apreciaciones hablan de la Malta mas histórica y orgullosa, cuando se defendían de toda clase de invasores provenientes de todos los continentes a base de fe, trabajo y cañonazos hasta en la misma puerta de casa si hacía falta...
Museo de Mdina. Una mezcla de tesoros artísticos civiles y religiosos. La entrada a la iglesia era inseparable de la del museo.
La Catedral de Mdina, conocida también como la Catedral de San Pablo, es la joya arquitectónica más importante de la elegante y amurallada ciudad.
Es una obra maestra del arquitecto maltés Lorenzo Gafa, que fue edificada a final del siglo XVII en el lugar donde mucho antes estuvo la iglesia normanda que fue destruida por el violento terremoto de 1693. Según la tradición, la iglesia primitiva había sido edificada donde estaba la casa de Publio, el gobernador romano de las Islas que fue convertido al cristianismo por San Pablo en el año 60 después de Cristo.
La cúpula, ha tenido una historia llena de vicisitudes: varios pintores trataron de embellecer su interior. Su aspecto actual data de la década de 1950.
En la catedral de Mdina hay obras de arte del artista calabrés y caballero Mattia Preti. En el suelo, además de lápidas con incrustaciones de mármol, hay escudos e inscripciones de los obispos de Mdina y de otros miembros del cabildo de la Catedral.
En el coro, detrás del altar mayor, está la descripción monumental de la Conversión de San Pablo. Formó parte de la iglesia primitiva normanda y sobrevivió al terremoto.
La verdad es que me gustó mucho esta pequeña catedral.
Las lápidas del suelo, como las de La Valetta, nos recuerdan los miembros de las jerarquías eclesiásticas enterrados aquí.
También me fascinó las suntuosidad de las capillas....
Esta calle, que parte en dos toda la ciudad amurallada, es un compendio de arquitectura exquisita y muy bien cuidada. Procuran mantener el tono original de sus esquinas, recovecos y fachadas de unos edificios de autentico lujo.
Se nota la gran clase que en su día pudo tener esta pequeña capital, ya olvidada en gran parte por su lejanía del mar y también por la escasez de agua en la zona, lo que imposibilitaba su crecimiento demográfico.
La verdad es que es una delicia, sin coches, casi sin gente...
Ya era hora de volver a La Valeta. Una última mirada a la puerta de la ciudad..
Me gustan los sitios donde las cosas cambian muy despacio...
De nuevo la Plaza del Tritón.
No se si se ve la luna...
Si hay un lugar donde se venera a los gatos, es Malta.
Esto estaba por casi todas partes
Y enfrente esta higuera.
Y decimos adiós a Malta..
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