lunes, 16 de agosto de 2021

Galicia, nuestro secreto mejor guardado (XVI)

Y llegamos a la ciudad de Pontevedra, la capital de las Rías Baixas, donde nos apresuramos a conocer su precioso y magníficamente conservado centro histórico con este tour gratuito

Comenzamos por las ruinas del convento gótico de San Domingos, un precioso edificio destruido por los ingleses en 1719.


Se encuentra localizado en un lado del Paseo de la Alameda y sus orígenes se remontan al siglo XIII, momento en que un grupo de la orden dominica llega a la ciudad y decide levantar el edificio. Pronto, su suelo y paredes se convirtió en el lugar elegido por las familias nobles para sus enterramientos, con magníficos ejemplos de escultura funeraria como el sepulcro de Tristán de Montenegro o Payo Gómez de Sotomayor.


Tras la destrucción inglesa, los religiosos intentaron reconstruir el templo en estilo neoclásico, pero la desamortización y la falta de fondos dejó la obra sin concluir, tal y como hoy podemos verla.


Tras el infructuoso intento, el convento pasó a una junta pontevedrense que aglutinaba los edificios religiosos suprimidos y cuyas órdenes sufrieron la exclaustración. El Ayuntamiento se hizo cargo de las ruinas que fueron cárcel de mujeres, hospicio y escuela.


Su estado de conservación era tan malo que sus piedras se utilizaban para pavimentar las calles que necesitaban arreglos y reparaciones. El peor momento lo sufrió en 1874, cuando se decidió demolerlo para ampliar el terreno del campo de la feria. Afortunadamente y por voluntad popular, el indulto llegó "in extremis" cuando sus paredes estaban a punto de ser destruidas para siempre. Hoy forma parte del Museo Provincial de la ciudad.

En la Alameda encontramos el monumento a los Héroes de Pontesampaio, una obra de granito y bronce formada por un grupo de labradores, soldados y estudiantes que sujetan una bandera y siguen al oficial Morillo, héroe de la batalla en la que los ocupantes franceses fueron derrotados.

Más adelante nos sale al paso la Basílica de Santa María la Mayor.

Es uno de los edificios más destacados de la ciudad, tanto por su valor religioso y arquitectónico como por el histórico, ya que fue mandado levantar por el todopoderoso Gremio de Mareantes en el siglo XVI, como símbolo del pujante poder del puerto de Pontevedra. Mezcla varios estilos, como podemos comprobar al rodear el edificio. Aquí están presentes el gótico tardío, el manuelino portugués e innumerables referencias al renacentista.

Tal y como ocurría en el románico y el gótico, cumple aquí la arquitectura su papel docente, es decir, representa los vicios, virtudes y demás fábulas en forma de esculturas para un pueblo que mayoritariamente no sabía leer ni escribir.



Callejeando por su casco histórico encontramos rincones interesantes, como la Praza do Teucro, conformada en el siglo XVIII por casas señoriales como las de los Gago y Montenegro, San Román y del Marqués de Aranda, que muestran la nobleza de sus antiguos ocupantes con grandes blasones barrocos. Su nombre viene dado en un intento por parte de las élites de la ciudad de dar prestigio a Pontevedra, creando el mito de que fue Teucro, el héroe griego el que puso los cimientos de la bella urbe gallega.

Mas adelante vemos el Teatro principal, que ocupó el solar de la antigua iglesia de San Bartolomé ante el estado ruinoso que presentaba el templo. Curiosamente el edificio ardió en 1980, siendo el que vemos hoy de 1997, aunque parezca algo más antiguo.

Llegamos al núcleo más popular de Pontevedra, el formado por la unión de cuatro plazas que concentran en sus espacios todas las manifestaciones populares de los habitantes de la ciudad. En dos de ellas se encuentran sendos edificios fundamentales en nuestra visita al casco histórico.

Por un lado, en la Praza de la Herrería, se encuentra el Convento de San Francisco, levantada en el siglo XIV cuando las órdenes religiosas se encontraban en su momento de mayor esplendor y riqueza. La leyenda nos dice que el edificio fue fundado por el mismísimo Francisco de Asís. Casi en su totalidad, los dineros necesarios para su construcción provinieron de las adineradas familias pontevedresas que temerosas de la peste bubónica contribuían a la gloria de Dios para no sucumbir a ella.

El antiguo edificio de Hacienda era parte de las instalaciones conventuales, pasando a la administración de la ciudad después de la desamortización de Mendizábal. Tras el traslado de la mayoría de sus servicio a otro edificio nuevo en 2010, algunas de sus oficinas han quedado en el viejo edificio para evitar que la iglesia reclame la propiedad del inmueble.

Embelleciendo el conjunto se encuentra un lugar de sombra y paz, pequeño pero muy hermoso, el jardín de Casto Sampedro. Rosales y camelias rodean una preciosa fuente del siglo XVI.

Casi frente por frente encontramos el Santuario da Virxe da Peregrina.

Cuando los peregrinos que llegaban a la península por mar desembarcaban en Baiona y tomaban el camino que les llevaría a Santiago, debían casi obligatoriamente pasar por Pontevedra. Lo mismo ocurría con aquellos que decidían recorrer el camino portugués. Obligatorio era rendir homenaje a la Virgen que es hoy patrona de la ciudad, y precisamente fue un arquitecto luso el que diseñó este precioso templo con la forma de la vieira del Apóstol justo en el centro de la ciudad.

Una mezcla de barroco, rococó y neoclásico le otorgan al santuario una belleza sin igual, con un precioso frontón que nos muestra las imágenes, con la indumentaria de los caminantes, de la Peregrina, escoltada por Santiago y San Roque. 

Dejamos atrás la ciudad para seguir nuestro camino y nos detenemos en un rincón muy especial, el puente colgante de Soutomaior.


En el punto en que se encuentran dos de los ríos de las Rias Baixas que luego desembocan en la Ensenada de San Simón formando la gran Ría de Vigo se encuentra este puente colgante.


Tras dejar e coche en un pequeño parking localizado en una de sus riberas nos acercamos hasta la estructura de hierro y madera.


Nos cuesta distinguir cual es el río principal, si el Verdugo o el Oitavén, por mucho que sepamos que este último muere aquí tras ceder sus aguas al primero. No podemos evitar subir desde la playa que forman las aguas y la Poza das Bestas y recorrer el puente que se eleva 6 metros sobre el nivel del río y que es camino habitual para pescadores y senderistas.





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