El templo de Isurumuniya, de una belleza sublime, tanto por su estructura como por el entorno en el que se encuentra, se construyó en el siglo III a.C. como parte del complejo Vessagiriya que vimos antes, y del cual también formaba parte el Ramnasu de la "puerta estelar".
Igual que en Vessagiriya, aquí se ordenaron 500 niños de clase alta, de las élites de gobernantes, comerciantes y militares para que ocuparan este complejo de Isurumuniya.
En lo alto de la escalera encontramos el santuario en sí mismo con una imagen de Buda de considerable tamaño, rodeada de ofrendas y exvotos.
Antes de subir al santuario debemos acercarnos a la base de la roca que está adosada al templo y que parece surgir de un gran estanque, donde justo al nivel del agua se ve a un grupo de elefantes bañándose con las trompas en alto, con volúmenes que el autor supo obtener de la forma de la roca.
Otro relieve de suma importancia lo podremos ver mejor desde arriba, una vez hayamos llegado al santuario. Representa a una figura real o divina, ya que alguno dicen que se trata de un rey o el dios Parjanya, la deidad de la lluvia. Los arqueólogos piensan que los monarcas utilizaban este lugar para las ceremonias de petición de lluvia para las cosechas.
No existe un lugar más sagrado en toda la isla que Sri Maha Bodhi. Nada menos que veintitrés siglos ha perdurado en el tiempo el culto a este ficus sagrado que cada día atrae a miles de fieles bajo sus ramas.
Tal y como debe ser, el árbol cuenta con una leyenda. Según esta, el rey Asok sentía una veneración absoluta por el ficus original, y ésta era tan fuerte que su esposa, llena de envidia plantó un espino a su alrededor. Fue entonces cuando Sangamitta Thera, la princesa de la que hablamos en Haffna, transportó el sagrado esqueje hasta Sri Lanka.
Inmediatamente, el rey Devanampiya plantó el vástago en el parque de Anuradhapura, rodeado por una verja de oro. A su alrededor, los fieles buscan en el suelo las hojas en forma de corazón que caen del árbol sagrado.
Hoy en día, varias horquillas de oro puro deben sostener las viejas ramas del árbol, delgadas pero pesadas. Hijos tiene por toda Asia, desde Tailandia a Birmania, que tal y como hizo la princesa se han reproducido por esquejes.
Seguimos andando hasta la zona donde se encuentra el Museo Walisinghe Harischandra con el tejado siempre ocupado por curiosos monos.
Cerca se encuentra el antiguo hospital, con estos cubículos tallados en granito, donde los pacientes eran sumergidos en aceites esenciales para favorecer la curación.
Nos acercamos ahora a Ruwanweli Maha Seya o Gran Estupa edificada en el siglo II antes de Cristo.
Este era el aspecto que tenía en 1891.
Desde un patio de arena, el impresionante muro de elefantes sostiene la plataforma de la dagoba del mismo modo que los elefantes sostienen el mundo en la cosmología budista.
Frente a la estupa encontramos una imagen del rey Dutugemunu, que ordenó la construcción de Ruwanweli para guardar la reliquia del cuenco de mendicidad de Buda.
Un poco más adelante encontramos las Kuttam Pokuna, o estanques gemelos. Realmente no son gemelos en nada, ya que ni el tamaño, ni la forma, ni la edad es la misma.
Estas piscinas pudieron usarse como baños rituales para la realeza o de purificación para los monjes de los cercanos monasterios. Lo que si está claro es que eran un lugar con un componente sagrado, como demuestran varios objetos de plata encontrados en el fondo durante las restauración de los años 50 del pasado siglo.
Hay otro curioso estanque con forma de cerradura, construido enteramente en ladrillo.
Uno de los mejores ejemplo de muragala se encuentra en Abayagiriya. Una muragala servía para que los escalones no se movieran durante la época de grandes lluvias. En este caso representa al naga raja (ser semidivino mitad humano y mitad serpiente) que sostiene un vaso ritual coronado por un loto y una rama sagrada con abundantes hojas. Sobre su cabeza una corona de siete serpientes cobra.
Uno de los mejores ejemplos de piedra lunar de toda la isla la encontramos también en Abayagiriya. Estas bellezas pueden dar la impresión de ser un elemento sagrado, pero realmente sólo servían para limpiarse los pies antes de entrar al templo budista y sostener el empuje de los escalones hacia adelante.
En un piedra lunar podemos encontrar varias bandas con innumerables detalles. En esta, la primera banda es la mitad de una flor de loto, le sigue una franja de follaje vegetal y tras ella otra banda con cisne y de nuevo otra banda vegetal. Para terminar vemos cuatro tipos de animales: elefantes, leones, caballos y toros. La piedra se remata con una serie de llamas.
Un poco más alejado del núcleo de Anuradhapura se encuentra el buda Samahdi, que data del siglo III después de Cristo, una imagen en piedra caliza que formó parte en su momento de las cuatro que rodeaban el árbol bodhi sagrado. El estado de buda es samadhi o meditación profunda.
Seguimos nuestra ruta y nos detenemos unos minutos en el monasterio de Mihindu, cerca de Mihintalaya.
Allí hay un fabuloso ejemplar de ficus bengalensis, o mejor debo decir varios, ya que crecieron alrededor de otro arbol muy grande y lo estrangularon hasta que murió, dejando un enorme espacio entre los ficus. Aparte de ser una curiosidad de lo más fascinante, es también lugar de meditación de los monjes, que reflexionan sobre el concepto de "Nada es para siempre" y para reforzar la idea han puesto cerca de ellos el esqueleto de uno de sus hermanos, para recordar la futilidad de la vida terrena.
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