Ya por la tarde visitamos los famosos Jardines de Yuyuan.
Como en muchas ocasiones ocurre, se suele hacer comparaciones entre las ciudades del mundo. A Shanghai se la conoce como la "Paris del Este" aunque sinceramente, yo no le veo el parecido. Con sus enormes rascacielos, sus calles animadas y llenas de vida y un maravilloso y rico patrimonio cultural, Shanghai tiene todos los elementos para ser única e incomparable. Un destino en sí misma.
En medio de toda esta amalgama de atractivos y magnéticos rincones de la ciudad se encuentran estos jardines que parecen ser una máquina del tiempo.
Los jardines originales, de los que sólo se conserva una cuarta parte, fueron creados en la dinastía Ming alrededor de 1559 por un funcionario estatal para disfrute de sus ancianos padres.
Aún puede verse el diseño de los jardines clásicos que incluyen pabellones, pasillos, estanques, senderos y rocallas, con lugares emblemáticos como la casa de té Huxinting o el puente en zigzag que se recorre para despistar a los espíritus malignos que quieran dañarnos.
Su nombre es castellano quiere decir "Jardín de la Felicidad" o también "Jardín de la Paz y el Consuelo", siguiendo la idea o propósito que su creador tenía en mente cuando lo construyó para sus padres. Es fundamental aquí el Feng Shui, con el agua y las rocas que crean una sensación de equilibrio y atraen las buenas energías creando un impacto positivo en las personas que lo visitan.
Hoy en día los jardines y su entorno son contraste y testimonio de los rápidos cambios que se producen en la ciudad y gracias a su conservación y restauración, se incrementa cada día su valor histórico y cultural, ya que simbolizan la esencia de la cultura china frente al desarrollo que trae el futuro.
Los jardines sufrieron daños en varias ocasiones durante el siglo XIX, sobre todo durante la Guerra del Opio, cuando la mayor parte de las estructuras quedaron arrasadas. Pudieron reconstruirse, pero en 1942 llegaron los japoneses y volvieron a ser destruidos y no fue hasta 1956 que comenzó la ardua tarea de devolverlos a su antiguo esplendor, siendo 1961 la fecha en que se finalizó su tarea y se abrieron al público, para ser declarados en 1982 monumento nacional.
Rodeando el jardín se encuentra el bazar del mismo nombre donde podemos encontrar desde la más básica y sencilla artesanía del país hasta las más lujosas joyerías, restaurantes y cafeterías.
Ya de noche nos dirigimos de nuevo a las orillas del río.
El espectáculo de luces que vimos al llegar a la enorme terraza de Jianxi Road, en el Bund fue impresionante.
A nuestras espaldas se encuentra The Bund, que es la zona costera que englobaba el antiguo Asentamiento Internacional de la ciudad, por lo que tiene en sus edificios una gran influencia europea, con un enorme muestrario de estilo neoclásico y sobre todo art decó. Desde la década de 1860 y hasta 1930 fue el epicentro económico del poderoso establecimiento extranjero que operaba como puerto protegido.
Una auténtica explosión de luz y color envuelve los rascacielos del otro lado del río Huangpu, en el distrito de Pudong.
Desde este punto tenemos una visión global de los rascacielos más impresionantes de China, como la ya visitada torre Jinmao (420 metros), la Shanghai World Finantial Center (492), la Torre de la Radio y la Televisión Perla de Oriente (468), la Torre de Shanghai (632 metros que la hace el edificio más alto de China) y otras estructuras menores pero no menos importantes.
A nuestras espaldas se encuentra The Bund, que es la zona costera que englobaba el antiguo Asentamiento Internacional de la ciudad, por lo que tiene en sus edificios una gran influencia europea, con un enorme muestrario de estilo neoclásico y sobre todo art decó. Desde la década de 1860 y hasta 1930 fue el epicentro económico del poderoso establecimiento extranjero que operaba como puerto protegido.
El nombre "Bund" viene del hindi y lo adoptaron los ingleses, ya que se refería a un dique o terraplén a lo largo de la costa, como los que se encontraban en ciudades como Calcuta y se refiere a la "orilla interior" la del río, en contraposición a la del mar que sería la exterior.
Su situación hizo que se levantaran multitud de grandes edificios de los países más poderosos del mundo en ese momento que tenían intereses económicos en China, como Reino Unido, Francia, Estados Unidos o Alemania.
En un principio, el Bund fue un asentamiento británico al norte de la ciudad amurallada, luego llegaron los americanos y convirtieron el lugar en un poderoso centro financiero, el más potente de toda Asia. Fue el momento en el que se empezaron a levantar los grandiosos edificios art decó y beaux arts que vemos hoy.
Llegaron los años 40 y con ellos el asentamiento creció más aún, con la llegada de las principales instituciones financieras mundiales. Pero esta bonanza económica duró poco, ya que la República China de 1950 hizo que la mayoría de ellas se trasladaran a Hong Kong. Los hoteles y clubes se cerraron y las estatuas de los grandes hombres que dieron forma al Bund se retiraron o destruyeron.
Tras la Revolución Cultural, los edificios fueron gradualmente devueltos sus funciones originales y ya en los 80 se levantó un muro complementado con una terraza a unos 10 metros de altura sobre el nivel del pavimento, para parar las inundaciones del río cada vez que llegaba la época de tifones Fueron ampliados los carriles de la calle por donde transitaban los coches y demolidos los muelles del ferry que conectaban el Bund con Pudong.
Ya en 2010, justo antes de la Exposición Universal se dio por concluido el proceso de renovación.
El Bund aparece frecuentemente en películas y series nacionales e internacionales, debido a su belleza y a la posibilidad de utilizarlo como plató para series de época, gracias a su estupenda conservación.
Volvemos a nuestro hotel por la bulliciosa y siempre rebosante calle Nanjing que mide aproximadamente 28 metros de ancho por 5,5 kilómetros de largo, y conocida como el centro comercial más espectacular de China.
Nanjing es la calle comercial más antigua de Shanghai, con más de 360 centros comerciales, tiendas especializadas, restaurantes y otras instalaciones culturales y recreativas que acogen a más de un millón y medio de clientes cada día.
A muchos, la calle les recuerda a cuando estuvieron en los Campos Elíseos o en la Quinta Avenida de Nueva York, pero a diferencia de estas, en el año 2000 se convirtió en calle exclusivamente peatonal, donde poder disfrutar de tiendas como Tiffany o Montblanc. Pero también hay tiendas más modestas, que nos atraen con sus artículos de seda y jade.
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