Pocas obras de arte han acompañado mi vida en todo momento como la que emanó de los pinceles de Néstor Fernández de la Torre. El " Poema del Atlántico" me hizo soñar desde pequeño con los seres que lo pueblan, los grandes peces, las figuras flotantes, los colores cálidos y embrujadores....
En mi visita a Gran Canaria me topé de frente con su obra arquitectónica, y también me cautivó. Aunque del original parador que diseñó junto a su hermano Miguel, poco queda ya, mantiene en muchos detalles su esencia, ese estilo " neocanario" que quiso y pudo reflejar en sus edificaciones, como el maravilloso Pueblo Canario, y los detalles que adornan algunos rincones de establecimiento, como las lámparas del gran salón.
Lo curioso es que siendo un artista poco afecto al régimen, el Parador de la Cruz de Tejeda fue edificado en 1937 como albergue, e inaugurado por uno de los hombres de confianza del Generalísimo, Carrero Blanco, cosa que le habrá hecho poca gracia al artista, sobre todo sabiendo la persecución de la que eran objeto los homosexuales en esa época.
De cualquier manera la genialidad de la edificación supera cualquier escollo político o moral y no se ha modificado sustancialmente, por lo menos el exterior, desde entonces. Como advertimos desde que llegamos a su entrada, el lugar y el Parador toman su nombre de la enorme cruz de piedra plantada en el lugar, desde antiguo, señalando el centro de la isla.
Por fuera, no difiere mucho de cualquier casona antigua de las miles que se desperdigan por cualquiera de las Islas Canarias, mientras que el interior es un pequeño palacio que resume la genialidad de los hermanos.
Aunque repito, poco queda de lo que se gestó en la mente de los Fernández de la Torre, ni siquiera los frescos que adornan el salón son originales. La diversas remodelaciones han ido cambiando casi totalmente la fisonomía del lugar.
Sin duda, me quedo con un rincón realmente hermoso y original, el SPA.
En sus 275 m2, incluye una maravillosa piscina interior/ exterior climatizada, encantadoramente decorada que permite, en los días claros, disfrutar de la naturaleza y de las envidiables vistas del Roque Nublo y de su hermano, el Teide.
Múltiples tratamientos pueden contratarse en el establecimiento, desde envolvimientos en aloe vera, el uso de las energéticas piedras volcánicas, frías y calientes, hasta el fabuloso Aromasoul, con aceites esenciales relajantes y estimulantes.
Un lugar único, donde todavía vive el espíritu inmortal de Néstor...
Y pasamos a otra zona de la Isla, tierra de almendras y buena miel, pero con una peculiaridad en alojamientos rurales..
La jovencísima y encantadora gerente de Artenatur, Miriam Rodríguez, nos introdujo en el fascinante mundo de las casas cueva de Artenara, municipio que contiene gran parte de la importantísima Reserva de la Biosfera de la Isla de Gran Canaria.
No conocía esta empresa que agrupa no sólo las nombradas casas cueva, sino también varios productores de vinos ( tinto y de licor), miel mil flores y otros frutos de una Naturaleza que decidió ser muy generosa con esta tierra de la cumbre grancanaria.
Así que fuimos descubriendo las originales propuestas que Miriam amablemente nos mostró.
Primero visitamos la pequeña "Casa de Mamá Nieves", que parecía sacada de un cuento. Detalles que hacían recordar las casas de nuestros abuelos, como el piano, la colcha de ganchillo, las chácaras colgadas de la pared, las cortinillas y las alacenas de la cocina....Un conjunto entrañable que inevitablemente hacen sentir al visitante o al huésped como en casa, con unas vistas inolvidables del Nublo y del Bentayga.
Como digo en muchas ocasiones, hay rinconcitos, que no rincones que pasan inadvertidos cuando visitamos un lugar.
Este es el caso de este mirador que se encuentra en un recodo del casco de Artenara.
Su origen es muy sencillo, pero al mismo tiempo muy literario, ya que tiene como protagonista al insigne escritor e intelectual Miguel de Unamuno.
Cuando visitó Gran Canaria, allá por 1910, quedó absolutamente maravillado por el paisaje que tuvo ante sus ojos, llegando a describirlo como una " tempestad petrificada", tal era la violencia geológica que forma la visión del Roque Bentayga y del Nublo emergiendo entre barrancos y cimas.
No pudo menos que alabar este rincón grancanario en su obra " Por tierras de Portugal y de España". Y es que el lugar es impactante, y podría decirse que el propio Unamuno se quedó no de piedra, pero sí de metal, al ver la escultura de tamaño natural que se le dedicó en 1999, así como la Ruta de Unamuno, que recorre preciosos rincones de los municipios de Teror, Moya, Valleseco, Tejeda y Artenara.
Un paisaje de 14 millones de años que apenas ha cambiado desde que lo disfrutaron los ojos de don Miguel.
Luego fuimos a lo que fue la casa familiar de la propia Miriam, "El Caidero", Primer Premio de Turismo Rural y que tiene un encanto muy especial.
Empezando por la entrada, típica canaria y localizada frente a una roca que se pintó siguiendo el modelo de la espiral aborigen y que llama la atención desde lejos, que se complementa con una bodega en una cueva adyacente en la que madura el mosto de la sabrosa uva de Artenara hasta convertirse en delicioso vino que incluso ha llamado la atención a los siempre curiosos chinos. ¡Suerte en la aventura Miriam!
Entremos en la casa para ver la perfecta ubicación de cada pieza, con las grandes y antiguas camas, de adornados cabezales, el enorme sofá esquinero y detalles como una antigua balanza o la estupenda chimenea de la cocina.
En la enorme terraza una piscina que invita a refrescarse en los días de calor de la cumbre, cuando el sofoco es insoportable y solo se alivia en el agua o en el interior de la casas cueva, donde la temperatura se mantiene constante todo el año.
Gracias a Artenatur descubrimos un nuevo mundo en cuanto a alojamiento y hospitalidad en Gran Canaria, algo desconocido hasta entonces pero que sin duda hay que probar. Lo bueno es que el que prueba, seguro que repite.....
Pero antes de dejar Artenara teníamos una visita pendiente.
Hay miles, quizá millones de iglesias, ermitas, capillas y altares que alaban y dan cobijo a otras tantas imágenes de la Virgen María alrededor del mundo, pero cuántas hay que realmente cautiven por la sencillez, la inocencia y el fervor de quienes las levantaron?
La Ermita de la Virgen de la Cuevita, en Artenara , rápidamente llama nuestra atención. Primero, porque al no tener conocimiento previo de tan especial enclave, al decirnos que íbamos a visitar a la Virgen de los Ciclistas y del Folclore, por mucho que mirábamos no podíamos encontrar la ermita.
Hasta que topamos con ella en la misma pared de la montaña.
Cuenta la tradición que varios frailes franciscanos de las expediciones de mallorquinas y catalanas, se adentraron por las abruptas barrancadas del lado occidental de Gran Canaria en misión apostólica, llegando a las cumbres con una pequeña imagen de la Virgen María a la que, con auxilio de algunos indígenas catequizados, labraron, cara a los precipicios, una reducida casa de oración donde colocaron a la Señora. Apenas cabían 11 personas. Más tarde, la gran devoción que generó la imagen obligó a su ampliación y mejora, hasta quedar tal y como la vemos hoy.
Al traspasar la pequeña puerta, que sin embargo deja pasar un gran chorro de luz, contemplamos el sorprendente interior, que tiene labrados en roca el coro, el altar, el púlpito y el confesionario.
Nos acercamos para ver el pétreo mobiliario, como no queriendo creer que algo tan sencillo pueda ser tan hermoso. El contraste del colorido de las imágenes y la roca viva es muy grande, y hace que inmediatamente centremos la vista en la pequeña figura de la Virgen, de apenas 80 centímetros de alto y en el crucifijo que la acompaña en la ermita.
A un lado, antes de salir, vemos enmarcada la dedicatoria de dos grandes ciclistas españoles que también rinden devoción a su Patrona, Miguel Indurain y Perico Delgado.
Un precioso rincón que no podemos dejar de visitar cuando estemos en Artenara.
Y antes de dejar la amable compañía de Miriam, una visita rápida.
Como en la mayoría de las localidades de canarias, las primeras edificaciones religiosas se levantaron rápidamente y sin deseo de perdurar. La prisa hizo que muchas de las primeras iglesias, aparte de quedar pronto empequeñecidas por la velocidad con la que se produjo la cristianización y la colonización de la tierra canaria, fueran torpemente levantadas y con material de poca calidad. Esto hizo que la casi totalidad de ellas tuvieran que levantarse de nuevo varias veces, como la Iglesia de San Matías en Artenara. La actual iglesia data del S.XIX, donde destacan sus dos torres construidas en piedra roja de Tamadaba y con una hermosa pintura mural, obra del artista teldense José Arencibia Gil, que ocupa todo el frente, tras el altar y que tiene una curiosa historia.
Al parecer, el artista eligió a los modelos para el cuadro entre los habitantes del pueblo, así entre ellos se encuentra por ejemplo el padre de nuestra amiga Miriam de Artenatur, convertido en un rubio angelito.
Si se mira hacia el techo, se descubrirá un hermoso ejemplo de artesonado de madera, de clara influencia mudéjar de la preciosa tea canaria.
En el templo se guardan las andas de plata y el tesoro de la Virgen de la Ermita, que la engalanan cada año en sus fiestas patronales, así como otras imágenes que acostumbran a procesionar en la Semana Santa.
Nuestro siguiente destino era un tesoro de secretos:La Fonda de la Tea.
Esta antigua fonda del siglo XIX está situada en pleno casco antiguo de Tejeda, frente a la Iglesia del Socorro, con excelentes vistas a la cuenca de Tejeda, el Roque Nublo y el de Bentayga.
Cuando nos aproximamos a la entrada pensamos que el hotel no debe ser muy grande, apenas un par de pisos; pero he aquí la primera sorpresa, ya que vamos subiendo la cabeza y vemos que como una enredadera van subiendo los pisos y rápidamente imaginamos la vista que se debe disfrutar desde arriba y eso nos hace apresurarnos a entrar.
Segunda sorpresa: la exquisita decoración de la recepción y el salón de entrada con piezas recuperadas de la misma casa y reutilizadas de manera inteligente y con gran gusto, como por ejemplo una puerta ahora reconvertida en una preciosa mesa.
Tercera sorpresa: la propietaria, Fina Suárez, aparte de ser la restauradora, conservadora y alma de todo lo que nos rodeaba, también es una persona de una cultura exquisita, conocedora de mil historias ( no en vano es Licenciada en Geografía e Historia y Cronista Oficial de Tejeda) que podríamos escuchar sentados en el maravilloso salón hasta altas horas de la madrugada.
Y ella nos acompaña en el recorrido por un establecimiento que sólo depara agradables rincones, llenos de ideas que parecen sacadas de la imaginación de los mejores diseñadores de interiores de la actualidad; zonas comunes amplias y luminosas, que combinan muebles, vigas y techos del pasado con las comodidades más vanguardistas que no esperaba encontrar aquí, como una sala de reuniones llena de luz, con pantalla táctil, y todos los adelantos que pueda necesitar cualquier incentivo empresarial o privado, o las magníficas habitaciones con vistas a la Cuenca de Tejeda, climatizadas y con acceso al imprescindible Internet, decoradas con el mismo gusto exquisito y los colores cálidos y relajantes que muestra el resto del hotel.
Una penúltima sorpresa, ya que la última nunca la voy a revelar, en las zonas comunes y en las habitaciones se encuentran unos pequeños tesoros que atrajeron irremediablemente mi curiosidad. Se trata de preciosos óleos sobre madera de tea, también fruto de la labor de reciclado de la ingeniosa Fina, y magistralmente pintados por Juan José Domínguez y que reflejan paisajes de la Isla de Gran Canaria y bodegones con un pintura llena de brillo y colorido, contribuyendo a darle un toque único a la decoración de todas las estancias.
Los patios rehabilitados, una terraza con una panorámica única, los muebles antiguos, la tranquilidad del lugar, la comodidad de las habitaciones y sobre todo la simpatía y el infinito saber de Fina Suárez sumados al encanto de Tejeda, hacen de la Fonda de la Tea un lugar único en toda Canarias.
Un edificio arreglado y conservado con mimo y amor, un trato al visitante exquisito y diferente.....
¿Qué más se puede pedir? ¡Ah, si! El ultimo secreto.....Pero ése solo se puede saber durmiendo en la Fonda de la Tea.....
Un paseo nos lleva a conocer el pequeño pero completísimo Museo de las Tradiciones de Tejeda.
El Museo de las Tradiciones de Tejeda está situado en uno de los edificios más emblemáticos de la villa.
Renovado en preciosa piedra de cantería, conserva los elementos estructurales y decorativos de una casa tradicional canaria. El resultado es un lugar ideal, elegido por los tejedenses para exhibir su historia y modo de vida.
Empezando por la entrada, donde nos espera un estupenda y muy curiosa recreación de una tienda de "aceite y vinagre", que así se llamaba a las pequeñas "ventas" donde el aceite se despachaba en un sitio y el vinagre en la cantina, donde bebían los hombres.
Pero también ofertaba otros artículos, desde comestibles, tejidos, material escolar y calderos, hasta productos de limpieza, bebidas y piezas de ferretería.
En los caseríos aislados, este tipo de establecimientos era fundamental, porque aunque a lo largo de la historia canaria, nuestra economía rural estaba basada prácticamente en el autoabastecimiento y en el intercambio de bienes, evidentemente había cosas que era necesario comprar, y esas tiendas eran las únicas que podían ofrecerlas.
Pero el museo sigue, y a través de las diferentes secciones podemos aprender más sobre la prehistoria, la conquista y las ocupaciones tradicionales en el campo, haciendo especial hincapié en la extraordinaria calidad de los productos agrícolas de la zona, como la miel o el vino.
Escenas de la vida cotidiana reflejadas en grandes murales explicativos, muebles, dioramas y una casa estupendamente restaurada y conservada, hacen que la visita a este pequeño pero completísimo museo se convierta en una experiencia a repetir. Por mi parte doy la enhorabuena a la iniciativa y le auguro muchos y muy buenos años de divulgación de la historia de Tejeda, una historia realmente interesante y educativa.
Tejeda es el paraíso para cualquier amante del campo, de la naturaleza, de las caminatas y el senderismo de cumbre y de barranco, para quien gusta de la buena cocina y del buen vino y para quien disfruta de la buena repostería, de la rica almendra y de la dulce miel de mil flores o la exquisita mermelada de ciruelas.
Tejeda es tradición, guardiana de las raíces más antiguas de Gran Canaria, de sus costumbres más emblemáticas y queridas, origen de muchos sabores y recuerdos que incluso cruzaron el Charco y llegaron a América.
Un paseo por Tejeda nos muestra un lugar donde parece que el tiempo se detuvo, que no quiso que el pueblo dejara de serlo y se convirtiera en ciudad, que perdiera su vida, su belleza...
Pero sabe que tampoco debe dejarse morir, y por eso se aúpa al carro del progreso y añade a su diario vivir todo aquello que considera necesario para correr con los tiempos, y por eso sabe de internets y de marketings, de turismo sostenible y casas rurales, de medicinas alternativas y astronomías...
Tejeda sabe de todo eso y más. Un fin de semana no es suficiente para disfrutar todo lo que ofrece, ni una semana....a lo mejor ni siquiera toda una vida.
Agradecimiento. Es lo primero que quiero expresar a los dueños de este magnífico restaurante de Tejeda por su cálido y amable recibimiento, el mismo del que gozamos en el resto de nuestra visita a Gran Canaria.
Pero la diferencia está en que aquí lo pudimos disfrutar con todos los sentidos y en un mismo momento.
Primero, nada más entrar al restaurante, e incluso antes, ya que los aromas de los fragantes platos llenan todo el local y parte de la calle, como si fuera una mano que nos toma de la nuestra y nos invita a entrar.
Una vez dentro, la decoración sencilla, sin que sobre ni falte nada pero al mismo tiempo acogedora, como debe ser en un restaurante, sin nada que nos distraiga de lo que hemos venido a hacer, disfrutar de la comida.
Recibidos por el propietario, y servidos por él, hacemos honor a su amabilidad dejando que sea él mismo quien elija lo que vamos a paladear.
Empezando por un riquísimo aceite con flor de sal y vinagre de Módena ( para mojar el crujiente y sabroso pan), unas estupendas papas arrugadas con mojo, y seguimos con unos pimientos de piquillo rellenos y rebozados muy ricos, un inigualable queso del país, un sabroso revuelto de gambas y setas, la famosa ropa vieja, tierna y jugosa, y acabando casi sin poder dar un bocado más con el exquisito costillar con salsa barbacoa.
Y por si fuera poco, un postre de campeonato, flan con helado y nata, bañado con el bienmesame hecho con las almendras de la zona. Un placer para los sentidos.
Sin duda la Cueva de la Tea, con su amplia carta consigue satisfacer la elección de cualquiera que lo visite, con platos llenos de sabor, muy bien presentados y que invitan a disfrutarlos, con el añadido de una atención y servicio amable y rápido, algo difícil de encontrar hoy en día. Y recuerden que está en Tejeda...
A propósito...¿sabían que una almendra amarga de Tejeda al día puede controlar la diabetes? Magia pura....
Y con tan buen sabor de boca, ponemos punto y final a un viaje lleno de naturaleza, de experiencias nuevas, de gente maravillosa, de excelente comida, de lugares hermosos y acogedores...pero sobre todo una oportunidad única de conocer y compartir de primera mano tan sólo una parte de todo lo que Gran Canaria tiene para ofrecer al mundo.
Hermes da las gracias de todo corazón a quienes han hecho posible esta experiencia y les promete que volverá muy pronto. Hermes adora Gran Canaria...
Pero antes de dejar Artenara teníamos una visita pendiente.
Hay miles, quizá millones de iglesias, ermitas, capillas y altares que alaban y dan cobijo a otras tantas imágenes de la Virgen María alrededor del mundo, pero cuántas hay que realmente cautiven por la sencillez, la inocencia y el fervor de quienes las levantaron?
La Ermita de la Virgen de la Cuevita, en Artenara , rápidamente llama nuestra atención. Primero, porque al no tener conocimiento previo de tan especial enclave, al decirnos que íbamos a visitar a la Virgen de los Ciclistas y del Folclore, por mucho que mirábamos no podíamos encontrar la ermita.
Hasta que topamos con ella en la misma pared de la montaña.
Cuenta la tradición que varios frailes franciscanos de las expediciones de mallorquinas y catalanas, se adentraron por las abruptas barrancadas del lado occidental de Gran Canaria en misión apostólica, llegando a las cumbres con una pequeña imagen de la Virgen María a la que, con auxilio de algunos indígenas catequizados, labraron, cara a los precipicios, una reducida casa de oración donde colocaron a la Señora. Apenas cabían 11 personas. Más tarde, la gran devoción que generó la imagen obligó a su ampliación y mejora, hasta quedar tal y como la vemos hoy.
Al traspasar la pequeña puerta, que sin embargo deja pasar un gran chorro de luz, contemplamos el sorprendente interior, que tiene labrados en roca el coro, el altar, el púlpito y el confesionario.
Nos acercamos para ver el pétreo mobiliario, como no queriendo creer que algo tan sencillo pueda ser tan hermoso. El contraste del colorido de las imágenes y la roca viva es muy grande, y hace que inmediatamente centremos la vista en la pequeña figura de la Virgen, de apenas 80 centímetros de alto y en el crucifijo que la acompaña en la ermita.
A un lado, antes de salir, vemos enmarcada la dedicatoria de dos grandes ciclistas españoles que también rinden devoción a su Patrona, Miguel Indurain y Perico Delgado.
Un precioso rincón que no podemos dejar de visitar cuando estemos en Artenara.
Y antes de dejar la amable compañía de Miriam, una visita rápida.
Como en la mayoría de las localidades de canarias, las primeras edificaciones religiosas se levantaron rápidamente y sin deseo de perdurar. La prisa hizo que muchas de las primeras iglesias, aparte de quedar pronto empequeñecidas por la velocidad con la que se produjo la cristianización y la colonización de la tierra canaria, fueran torpemente levantadas y con material de poca calidad. Esto hizo que la casi totalidad de ellas tuvieran que levantarse de nuevo varias veces, como la Iglesia de San Matías en Artenara. La actual iglesia data del S.XIX, donde destacan sus dos torres construidas en piedra roja de Tamadaba y con una hermosa pintura mural, obra del artista teldense José Arencibia Gil, que ocupa todo el frente, tras el altar y que tiene una curiosa historia.
Al parecer, el artista eligió a los modelos para el cuadro entre los habitantes del pueblo, así entre ellos se encuentra por ejemplo el padre de nuestra amiga Miriam de Artenatur, convertido en un rubio angelito.
Si se mira hacia el techo, se descubrirá un hermoso ejemplo de artesonado de madera, de clara influencia mudéjar de la preciosa tea canaria.
En el templo se guardan las andas de plata y el tesoro de la Virgen de la Ermita, que la engalanan cada año en sus fiestas patronales, así como otras imágenes que acostumbran a procesionar en la Semana Santa.
Nuestro siguiente destino era un tesoro de secretos:La Fonda de la Tea.
Esta antigua fonda del siglo XIX está situada en pleno casco antiguo de Tejeda, frente a la Iglesia del Socorro, con excelentes vistas a la cuenca de Tejeda, el Roque Nublo y el de Bentayga.
Cuando nos aproximamos a la entrada pensamos que el hotel no debe ser muy grande, apenas un par de pisos; pero he aquí la primera sorpresa, ya que vamos subiendo la cabeza y vemos que como una enredadera van subiendo los pisos y rápidamente imaginamos la vista que se debe disfrutar desde arriba y eso nos hace apresurarnos a entrar.
Segunda sorpresa: la exquisita decoración de la recepción y el salón de entrada con piezas recuperadas de la misma casa y reutilizadas de manera inteligente y con gran gusto, como por ejemplo una puerta ahora reconvertida en una preciosa mesa.
Tercera sorpresa: la propietaria, Fina Suárez, aparte de ser la restauradora, conservadora y alma de todo lo que nos rodeaba, también es una persona de una cultura exquisita, conocedora de mil historias ( no en vano es Licenciada en Geografía e Historia y Cronista Oficial de Tejeda) que podríamos escuchar sentados en el maravilloso salón hasta altas horas de la madrugada.
Y ella nos acompaña en el recorrido por un establecimiento que sólo depara agradables rincones, llenos de ideas que parecen sacadas de la imaginación de los mejores diseñadores de interiores de la actualidad; zonas comunes amplias y luminosas, que combinan muebles, vigas y techos del pasado con las comodidades más vanguardistas que no esperaba encontrar aquí, como una sala de reuniones llena de luz, con pantalla táctil, y todos los adelantos que pueda necesitar cualquier incentivo empresarial o privado, o las magníficas habitaciones con vistas a la Cuenca de Tejeda, climatizadas y con acceso al imprescindible Internet, decoradas con el mismo gusto exquisito y los colores cálidos y relajantes que muestra el resto del hotel.
Una penúltima sorpresa, ya que la última nunca la voy a revelar, en las zonas comunes y en las habitaciones se encuentran unos pequeños tesoros que atrajeron irremediablemente mi curiosidad. Se trata de preciosos óleos sobre madera de tea, también fruto de la labor de reciclado de la ingeniosa Fina, y magistralmente pintados por Juan José Domínguez y que reflejan paisajes de la Isla de Gran Canaria y bodegones con un pintura llena de brillo y colorido, contribuyendo a darle un toque único a la decoración de todas las estancias.
Los patios rehabilitados, una terraza con una panorámica única, los muebles antiguos, la tranquilidad del lugar, la comodidad de las habitaciones y sobre todo la simpatía y el infinito saber de Fina Suárez sumados al encanto de Tejeda, hacen de la Fonda de la Tea un lugar único en toda Canarias.
Un edificio arreglado y conservado con mimo y amor, un trato al visitante exquisito y diferente.....
¿Qué más se puede pedir? ¡Ah, si! El ultimo secreto.....Pero ése solo se puede saber durmiendo en la Fonda de la Tea.....
Un paseo nos lleva a conocer el pequeño pero completísimo Museo de las Tradiciones de Tejeda.
El Museo de las Tradiciones de Tejeda está situado en uno de los edificios más emblemáticos de la villa.
Renovado en preciosa piedra de cantería, conserva los elementos estructurales y decorativos de una casa tradicional canaria. El resultado es un lugar ideal, elegido por los tejedenses para exhibir su historia y modo de vida.
Empezando por la entrada, donde nos espera un estupenda y muy curiosa recreación de una tienda de "aceite y vinagre", que así se llamaba a las pequeñas "ventas" donde el aceite se despachaba en un sitio y el vinagre en la cantina, donde bebían los hombres.
Pero también ofertaba otros artículos, desde comestibles, tejidos, material escolar y calderos, hasta productos de limpieza, bebidas y piezas de ferretería.
En los caseríos aislados, este tipo de establecimientos era fundamental, porque aunque a lo largo de la historia canaria, nuestra economía rural estaba basada prácticamente en el autoabastecimiento y en el intercambio de bienes, evidentemente había cosas que era necesario comprar, y esas tiendas eran las únicas que podían ofrecerlas.
Pero el museo sigue, y a través de las diferentes secciones podemos aprender más sobre la prehistoria, la conquista y las ocupaciones tradicionales en el campo, haciendo especial hincapié en la extraordinaria calidad de los productos agrícolas de la zona, como la miel o el vino.
Escenas de la vida cotidiana reflejadas en grandes murales explicativos, muebles, dioramas y una casa estupendamente restaurada y conservada, hacen que la visita a este pequeño pero completísimo museo se convierta en una experiencia a repetir. Por mi parte doy la enhorabuena a la iniciativa y le auguro muchos y muy buenos años de divulgación de la historia de Tejeda, una historia realmente interesante y educativa.
Tejeda es el paraíso para cualquier amante del campo, de la naturaleza, de las caminatas y el senderismo de cumbre y de barranco, para quien gusta de la buena cocina y del buen vino y para quien disfruta de la buena repostería, de la rica almendra y de la dulce miel de mil flores o la exquisita mermelada de ciruelas.
Tejeda es tradición, guardiana de las raíces más antiguas de Gran Canaria, de sus costumbres más emblemáticas y queridas, origen de muchos sabores y recuerdos que incluso cruzaron el Charco y llegaron a América.
Un paseo por Tejeda nos muestra un lugar donde parece que el tiempo se detuvo, que no quiso que el pueblo dejara de serlo y se convirtiera en ciudad, que perdiera su vida, su belleza...
Pero sabe que tampoco debe dejarse morir, y por eso se aúpa al carro del progreso y añade a su diario vivir todo aquello que considera necesario para correr con los tiempos, y por eso sabe de internets y de marketings, de turismo sostenible y casas rurales, de medicinas alternativas y astronomías...
Tejeda sabe de todo eso y más. Un fin de semana no es suficiente para disfrutar todo lo que ofrece, ni una semana....a lo mejor ni siquiera toda una vida.
Agradecimiento. Es lo primero que quiero expresar a los dueños de este magnífico restaurante de Tejeda por su cálido y amable recibimiento, el mismo del que gozamos en el resto de nuestra visita a Gran Canaria.
Pero la diferencia está en que aquí lo pudimos disfrutar con todos los sentidos y en un mismo momento.
Primero, nada más entrar al restaurante, e incluso antes, ya que los aromas de los fragantes platos llenan todo el local y parte de la calle, como si fuera una mano que nos toma de la nuestra y nos invita a entrar.
Una vez dentro, la decoración sencilla, sin que sobre ni falte nada pero al mismo tiempo acogedora, como debe ser en un restaurante, sin nada que nos distraiga de lo que hemos venido a hacer, disfrutar de la comida.
Recibidos por el propietario, y servidos por él, hacemos honor a su amabilidad dejando que sea él mismo quien elija lo que vamos a paladear.
Empezando por un riquísimo aceite con flor de sal y vinagre de Módena ( para mojar el crujiente y sabroso pan), unas estupendas papas arrugadas con mojo, y seguimos con unos pimientos de piquillo rellenos y rebozados muy ricos, un inigualable queso del país, un sabroso revuelto de gambas y setas, la famosa ropa vieja, tierna y jugosa, y acabando casi sin poder dar un bocado más con el exquisito costillar con salsa barbacoa.
Y por si fuera poco, un postre de campeonato, flan con helado y nata, bañado con el bienmesame hecho con las almendras de la zona. Un placer para los sentidos.
Sin duda la Cueva de la Tea, con su amplia carta consigue satisfacer la elección de cualquiera que lo visite, con platos llenos de sabor, muy bien presentados y que invitan a disfrutarlos, con el añadido de una atención y servicio amable y rápido, algo difícil de encontrar hoy en día. Y recuerden que está en Tejeda...
A propósito...¿sabían que una almendra amarga de Tejeda al día puede controlar la diabetes? Magia pura....
Y con tan buen sabor de boca, ponemos punto y final a un viaje lleno de naturaleza, de experiencias nuevas, de gente maravillosa, de excelente comida, de lugares hermosos y acogedores...pero sobre todo una oportunidad única de conocer y compartir de primera mano tan sólo una parte de todo lo que Gran Canaria tiene para ofrecer al mundo.
Hermes da las gracias de todo corazón a quienes han hecho posible esta experiencia y les promete que volverá muy pronto. Hermes adora Gran Canaria...
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