miércoles, 1 de enero de 2014

Gran Canaria Wellness & Natural Blog Trip (I)

Invitado amablemente por la asociación Gran Canaria Wellness, me dispuse a comprobar en persona las bondades de los tratamientos de Spa y Thalasso de los mejores hoteles de Gran Canaria.
Así que tras tomar el avión que me llevaría a Gando, puse pie en la Isla, en la que no había estado desde hacía varios años y a la que deseaba fervientemente volver por haber dejado muchos amigos y paisajes conocidos.
La asociación puso a mi disposición y para mayor comodidad en los traslados a un estupendo y correctísimo conductor, Paco, que en todo momento estuvo pendiente de cualquiera de mis necesidades. Desde estas líneas, mi agradecimiento.
En poco menos de media hora, ya estaba llegando al Lopesan Villa del Conde Resort & Thalasso.











Grandioso, elegante, cómodo, saludable, suculento, lujoso....Si lo pienso bien, tendría que buscar un adjetivo calificativo que no se repitiera para este fantástico hotel y su increíble thalasso, porque son únicos.

Y es que desde lejos ya no deja indiferente a nadie, por su arquitectura de estilo claramente canario y con una recepción que acertada y cariñosamente copia la iglesia de Agüimes, con sus paredes blanqueadas y la negra piedra de la zona.
Así que por ella entramos para encontrarnos con un espacio amplio y de gran altura, donde se localiza una recepción amplia tras la que nos espera, sonriente y servicial, un gran equipo de personas que satisfarán todos nuestros deseos antes incluso de que se lo pidamos.




Apetece mucho sentarse en el agradable lobby que se abre a lo que sería el ábside del edificio, para escuchar algo de música o simplemente dejarse envolver por la cálida luz que inunda el espacio.
















Mientras hemos hecho el check in, nuestro equipaje ha llegado a la habitación.














Ya se sabe que parte fundamental de un viaje es el hotel y sobre todo la habitación, en la que debemos sentirnos como en casa y que debe cubrir todas nuestras necesidades. En el Lopesan Villa del Conde las expectativas quedan más que satisfechas, ya que la amplísima habitación nos acoge nada más entrar, con sus colores cálidos, una cama cómoda y de grandes dimensiones, un espacio donde disfrutar de una charla en el confortable sofá y una terraza siempre inundada de la fragancia del jardín y del cercano mar.




Los espacios comunes son abiertos a la naturaleza y al sol, dando protagonismo a las especies canarias que proporcionan una más que agradecida sombra a los huéspedes del hotel.
La enorme piscina, tranquila y con la original idea de una zona con arena rubia para que no echemos en falta nada en nuestro momento de relax y bronceado, se extiende casi hasta la misma costa, separada del mar por un paseo que lleva desde Meloneras hasta Maspalomas.
Y precisamente en ese espacio ganado al pequeño acantilado, y bajo el paseo, se ubica la joya del hotel, el magnífico Corallium Thalasso, un templo dedicado al culto al relax, a la belleza y al bienestar.









Ya desde la recepción, la amabilidad y la atención del personal nos van preparando para lo que vamos a encontrar. Envueltos en suaves albornoces y cómodas zapatillas vamos pasando por cada una de las zonas que componen la instalación. Desde la sauna, el baño turco o las duchas de esencias herbales, pasando por la flotación en la piscina de alta densidad salina ( como si estuviéramos en el Mar Muerto), las cabinas de masaje o las fabulosas camas de agua.
Ya a estas alturas nuestro cuerpo ha perdido gran parte del estrés y ha ganado relax y calma.














Paramos un momento para reponer fuerzas con unos snacks ligeros, nutritivos y muy sabrosos. Un delicioso zumo de frutas que acompaña a unos mini sándwiches de chapata con salmón o jamón serrano y unos frutos secos de acompañamiento, acabando con un yogur probiótico con miel e higos de la Isla.




Y para acabar la jornada, el sumum del hedonismo.
Nos dirigimos a las Ocean View Suites, donde nos espera una piscina-jacuzzi privada con vista al mar y varios tratamientos integrales como el que disfrutamos, la envoltura corporal en aloe vera, que consiste en un peeling con sal marina, aloe vera y crema hidratante de la misma planta, para después ser untados con gel de ésta especie vegetal tibio y envueltos en una manta de calor mientras el fantástico equipo profesional nos proporciona un masaje facial absolutamente relajante.


















Una vez acabado el tratamiento podemos tumbarnos en las estupendas camas calientes antes de volver a nuestra habitación, totalmente relajados, hidratados y con ganas de probar las variadas opciones que nos ofrece el Corallium Thalasso.




Pero eso será al día siguiente, porque primero hay que alimentar el cuerpo y para eso Lopesan Villa del Conde dispone de un ejército de cocineros y camareros que preparan y disponen los manjares más sabrosos y variados, dando muchísima importancia a los productos canarios, como el queso y la repostería, en un variado y surtido buffet.
Para los sibaritas, hedonistas o para quien quiera regalarse y/o regalar una escapada completa, donde lo único importante es mimarse y disfrutar de un lugar único, Lopesan Villa del Conde Resort & Corallium Thalasso es sin duda el lugar perfecto, en la incomparable belleza de la isla de Gran Canaria.










Pero antes de cenar nos esperaba una sorpresa.
Acompañados de un estupendo guía proporcionado por Gran Canaria Wellness, dimos un instructivo paseo por la zona de costa que va desde Meloneras hasta las Dunas de Maspalomas.


Con una preciosa puesta de sol a nuestras espaldas, fuimos recorriendo lo que hoy en día constituye la parte más nueva de la costa turística con sus hoteles de gran lujo, centros comerciales y de ocio de alto nivel y un visitante de gran calidad que sabe apreciar el encanto y la tranquilidad de la zona.
No conocía el lugar que recorríamos, así que fue una sorpresa encontrarme con un yacimiento, el de Punta Mujeres, literalmente en mi camino.




Este lugar fue residencia de varias familias aborígenes que construyeron una morada hecha con cantos rodados de la playa y arena, con una abertura al sur para permitir la ventilación. Poco más que las bases quedan, pero es realmente agradable poder imaginar cómo sería la vida de los canarios que vivían y se alimentaban del mar.


Seguimos el paseo y nos encontramos con el precioso Faro de Maspalomas, imagen inseparable de las dunas y los atardeceres grancanarios, centinela marino y símbolo del sur de la Isla.




Ya don Juan León y Castillo, mientras promovía la construcción del faro, supo que estaba llamado a perdurar y destacar muy por encima de cualquier edificación de la zona y que serviría de guía para todos los vapores que pasasen por las Islas, provenientes de Asia, Oceanía y América, así como de los pesqueros que faenaban en el banco canario sahariano.
Con sus 58 metros de altura armoniza perfectamente con la casa desde donde se eleva, lugar de residencia, en su momento del ingeniero del faro, los torreros y sus familias, a los que se les dotó de un lugar de residencia con unas condiciones higiénicas y de comodidades únicas en aquel entonces.
Es curioso que junto a él se levante un muelle, pero la explicación es sencilla.







En aquel momento, las carreteras desde Las Palmas hasta Maspalomas eran prácticamente caminos de tierra, absolutamente contraindicados para transporte de material pesado, por lo que hubo de construirse el muelle que permitiera la descarga de toda la piedra y madera necesaria para la levantar la construcción, así como para el abastecimiento continuo de parafina con la que alimentar la luz del faro.
Luz que debía competir con la del maravilloso atardecer que se contempla desde este enclave único en toda Canarias y que tuvimos la fortuna de disfrutar en un paseo ameno y de lo más instructivo.


Al día siguiente más sorpresas.
Ni por asomo podía imaginarme que en Mogán, el precioso pueblo que fue en su día de pescadores y hoy uno de los múltiples focos del turismo grancanario, podría encontrarme con una atracción diferente y única en Canarias y que fuera tan apasionante como un paseo en submarino por el sur de Gran Canaria.


Ya desde que vemos de lejos el ingenio, con su llamativo color emergiendo del agua, nos imaginamos emulando a los protagonistas de 20.000 Leguas de Viaje Submarino, y sabiéndonos afortunados porque probablemente será la única oportunidad que tengamos de viajar en un submarino.






Cuando pisamos su cubierta ya vamos entrando en la película, como los Nemo del siglo XXI nos preparamos para ver y ser vistos a decenas de metros de profundidad.


Así que entramos al corazón de la máquina, cerramos la escotilla y tomamos asiento frente a uno de los ojos de buey a la espera del espectáculo que se desarrollará ante nuestros ojos.




Una selección de música clásica, con El Lago de los Cisnes como principal tema, acompaña la inmersión del sumergible que llegará a una profundidad de entre 20 y 30 metros.
Poco a poco y aunque el agua está un poco turbia por las recientes lluvias caídas vamos viendo el fondo y como según nos vamos alejando del muelle aparecen más habitantes de las aguas como salemas, sargos, bocinegros, galanas y fulas.


En un momento determinado acuden en tropel cientos de peces ante la comida que le proporciona el submarino, y luego lo acompañan, acercándose tanto a los ojos de buey que por un momento nos sentimos observados, como si estuviéramos dentro de una pecera y sirviéramos de distracción a los peces.
Pero no solo los ellos salen a nuestro encuentro, ya que un grupo de buzos parecen disfrutar del espectáculo del artilugio que se desliza silenciosamente por el fondo, y nos ven pasar mientras por megafonía oímos avisos como los que se dan en un submarino: bajada de profundidad, presión, simulación de emergencia...todo para hacernos sentir cada vez más implicados en la aventura acuática.
Pero lo mejor está por llegar. De repente, unas torres metálicas aparecen ante nuestros ojos, son los restos del casco y de la estructura del Cermona II, barco pesquero de 32 metros de eslora que se ha convertido en hogar de multitud de especies marinas.











Mientras observamos el pecio, la música envuelve el momento y casi queremos quedarnos abajo para siempre cuando escuchamos la orden de emerger.
Poco a poco vamos subiendo, con el silencioso ronroneo de los motores eléctricos ( para no dañar el medio ambiente) hasta llegar a la superficie.




Cuando salimos, como si despertáramos de un sueño, miramos al mar y es cuando nos damos cuenta de que hemos compartido espacio con un mundo de maravillas que nos esperan cada vez que queramos bajar a deleitarnos con ellas en el singular Submarino Amarillo. Una experiencia única.

Un pequeño paseo por Mogán hasta llegar al coche y... al siguiente destino.








Enseguida llegamos al fabuloso Sheraton Gran Canaria Salobre Golf Resort.

La duda me abruma. No se si ver el hotel Sheraton Salobre como una obra maestra de la arquitectura integrada en el paisaje o como el magnífico hotel al que nos tiene acostumbrados la cadena Starwood, lleno de comodidades, originales espacios y capaz de proporcionar una estancia única e incomparable.










Tuve la inmensa fortuna de visitar el hotel gracias a la invitación de Gran Canaria Wellness que reúne bajo una misma marca a los mejores centros pertenecientes al área de Bienestar, compuesta por trece centros de Spa y Talasoterapia integrados en establecimientos hoteleros de primerísima calidad y un centro de Talasoterapia.
El Sheraton Salobre es sin duda el más original de los hoteles de la zona y si lo pienso bien podría decir que de Canarias.
El enclave es sin duda uno de los dos secretos, árido, de suave relieve y con unas vistas espectaculares, que recuerdan mucho al paisaje del los desiertos americanos y que sin duda inspiró a los arquitectos del hotel.











Y ese es el segundo secreto, la arquitectura.
Encomendado el diseño a los prestigiosos Allen+Philp, de Arizona, tuvo como condición única e indiscutible el respeto por el medio ambiente y la total integración por el paisaje.
El resultado no puede haber sido mejor.
Constantemente nos viene a la mente la imagen y estructura de los preciosos hoteles de montaña de Norteamérica que se alternan con el de las haciendas de Nuevo México y Arizona, creando un ambiente cálido y lleno de luz. Esta imagen está reforzada por el uso de una piedra autóctona del Valle de Ayagaures. Los grandes ventanales que miran directamente a las zonas verdes y a los dos campos de golf, los espacios abiertos y de altos techos, la casi inexistencia de pasillos y sobre todo la decoración clara y exquisitamente planificada representan un giro de 360 grados en el diseño de los hoteles actuales.








Y es que la decoración, encargada a la prestigiosa interiorista Marta Sanjuan Garcia-Triviño, destaca por la combinación de colores tierra con metales y piedra, no dejando de lado materiales más atrevidos como el plexiglass o la rusticidad de un sencillo pasillo hecho con varas de madera.
Todo está estudiado para proporcionar al huésped un entorno lleno de comodidad y sin estridencias que puedan romper la sensación de calma y relax.












Y eso se percibe también en las habitaciones, donde las maderas de tonos oscuros contrastan con la blanca lencería o las enormes bañeras con vistas de las suites en un conjunto de lo más armónico.




















O en el maravilloso y único Sunset Bar, un espacio aparte dentro del hotel donde lo que prima es relajarse bajo el sol canario mientras se toma un snack o una bebida fría en una comodísima cama balinesa.












Después de recorrer el precioso hotel, debemos tomar un respiro y alimentar también el cuerpo, por lo que vamos a La Palmera a disfrutar de unas exquisitas croquetas, un fabuloso queso de Valsequillo y un tierno y jugoso solomillo a la parrilla.






Para terminar la jornada, el personal del Aloe Spa nos recibe con una cálida sonrisa y tras mostrarnos las instalaciones nos invita a disfrutarlas.
Una vez dentro, podremos decidirnos por las duchas heladas revitalizantes, el jacuzzi gigante, el baño de vapor o lo más impactante, la piscina exterior climatizada con un estilo y un diseño único basado en las infinity pools de los resorts de playa, pero con el valor añadido de grandes chorros para masaje y camas con jacuzzi.






















Para acabar, nada más relajante y sencillo que saborear unas manzanas frescas tumbados en las camas del solarium, mientras nos preparamos para abandonar, no sin gran pena, este oasis de buen gusto y bienestar.

Ya faltaba poco para la puesta de sol, y queríamos llegar pronto al último destino del día, el Bohemia Suites & Spa.
Elegante, flamante, diferente, original...Muchos adjetivos acuden a mi cabeza cuando pienso en la visita a este precioso hotel casi recién nacido, fruto de la acertada rehabilitación de un hotel de la década de los 70.
Ya el exterior es sorprendente por la diferente disposición de los balcones y la iluminación nocturna que llama la atención desde que cae el sol.
Un originalísimo ascensor acristalado nos lleva directamente al 360º Lounge, del que hablaremos y disfrutaremos luego.
Pero vayamos por partes, ya que tras una cálida bienvenida en la acogedora y estilosa recepción, el afable personal nos conduce por varias dependencias del hotel, a cual más elegante y con un diseño más atrevido que la anterior.
El Siam Spa, cálido y con un aire totalmente asiático que nos lleva directamente las salas de masaje de Tailandia, es el sumum de la elegancia, con una decoración que combina los muebles oscuros con paneles de colores cálidos y una iluminación a base de luz natural y suave claridad artificial, todo ello para que el cliente se encuentre relajado y preparado para deleitarse con los masajes de tipo tailandés y balinés, completando la jornada con un hammam de auténtico lujo.






Seguimos recorriendo el hotel, deteniéndonos en lugares como el encantador Saphire Pool Bar, corazón de los jardines y la piscina o la terraza Eleven and Eleven.
Pero una de las sorpresas más agradables que nos proporciona la visita es sin duda las Suites.












Podríamos decir que toda la habitación ( ya que es sólo una dividida por paneles) es un balcón, un mirador al mar.
Desde que abrimos la puerta de entrada, la vista al Océano Atlántico pasa a formar parte de la original y cuidada decoración de las habitaciones.
Una cama para soñar de noche en el interior y otra para disfrutar el día y el sol en la terraza, con una panorámica de las Dunas de Maspalomas absolutamente envidiable.
Los pequeños detalles salpican la estancia: una cafetera de delicioso café, electrónica Apple de última generación, gran pantalla para disfrutar de una buena película...
Los colores son suaves y armónicos e inducen al descanso y al relax con el sonido del mar como único acompañamiento.
Pero sigamos subiendo, ya que en el último piso nos esperan dos sorpresas de 360º.
Por un lado el lounge del que hablamos antes, con acceso directo a la calle y que tiene todas las bazas para convertirse en un referente del verano más cool de Maspalomas. Los cócteles hechos con auténtico cariño y dedicación casi se beben solos, ya que tienen el acompañamiento de la amabilidad y simpatía de los camareros en un ambiente de lo más cómodo confortable y con una puesta de sol que vuelve aún más doradas las cercanas dunas de Maspalomas.





Pero si aparte de disfrutar de un exquisito aperitivo queremos una deliciosa cena, que mezcle lo exótico de la cocina tailandesa como la delicada Sopita tai de coco con aire de chili y crujiente de langostino, con el sabor mas recio de los productos españoles como el Solomillo de cerdo ibérico en pata negra, batatas bravas y judías estofadas, debemos sin duda entrar al 360º Restaurant.
En este espacio único podremos saborear una amplia carta de deliciosos platos acompañada de vinos seleccionados y lo más espectacular, una maravillosa vista que abarca el litoral de Maspalomas y sube hasta las montañas del corazón de la Isla.
Sin duda, el Bohemia Suites & Spa se convertirá muy pronto en un referente del buen gusto y del saber hacer en hostelería en sur de la Isla. Por mi parte sólo me queda disfrutar de una noche con el sonido del mar como arrullo. Quizá muy pronto...

1 comentario: