Recuerdo que mi debut en el mundo de los cruceros lo hice de una manera espectacular con esta fantástica compañía, tal y como veremos en el siguiente post, por lo que guardo un especial cariño a NCL y su escasamente valorado pero maravilloso concepto del Freestyle Cruising, que luego conoceremos. Pero conozcamos un poco su historia.
Fundada en 1966 por el noruego Knut Kloster y el israelí Ted Arison, la entonces Norwegian Caribbean Line, supuso un punto de inflexión en el mundo de los cruceros, un cambio radical en formas y conceptos.
Sus comienzos, desde un punto de vista actual, fueron humildes, ya que su primer buque el Sunward de apenas 140 metros de eslora era un modesto ferry que hacía recorridos entre Miami y las Bahamas.
Pronto, la flota empezó su crecimiento hasta finales de los 80 y los nuevos barcos del mismo tipo que el Sunward eliminaron el espacio dedicado a los coches transformándolo en camarotes, un teatro de dos plantas e incluso casino. Los nuevos Skyward y Starward, por ejemplo, ofrecían camarotes de un lujo discreto y actividades a bordo que serían la semilla de la futura NCL.
Mientras, en 1972, Arison abandona la recién inaugurada NCL para seguir su camino y fundar la que sería una de sus rivales más fuertes, la Carnival Cruise Line.
Los 90 significaron un salto en diseño y características de los nuevos buques, y vieron nacer maravillas como el Norwegian Crown, el Norwegian Dinasty o Norwegian Majesty.
Para ello se diseñaron nuevos barcos con espacios innovadores y ofertas de ocio distintas a las entonces conocidas. Se pusieron a flote buques como el Norwegian Sun, el Sky, el Star o el Down.
Una nueva época había comenzado para NCL, y fue el momento en que decidí que ya era hora de probar aquello de los cruceros, que hasta entonces, y como mucha gente, pensaba que era una forma de vacaciones para gente mayor, algo aburrido y carente de atractivo. Afortunadamente, pronto los clichés se vinieron abajo y me di cuenta de que estaba descubriendo un mundo nuevo, desconocido hasta entonces para mí y que me atraparía hasta tal punto de que hoy llevo a cuestas más de 30 cruceros.
El responsable de mi fascinación y mi obsesión por los viajes por mar sería el maravilloso Norwegian Jewel, que en el siguiente post conoceremos a fondo.
Estos cuatro buques fueron los primeros en ofrecer The Haven, un espacio exclusivo de cabinas con suites premium con piscina y solarium exclusivos para ellas, aparte de otras innovaciones que hasta entonces no habían tenido cabida en un barco de cruceros, y sobre todo dieron prevalencia al concepto Freestyle del que ya hemos hablado.
2010 vio nacer el Norwegian Epic, que no pertenece a ninguna de las clases anteriores ni tampoco a las posteriores, es como una clase en sí mismo. Cariñosamente lo llamo Frankestein, primero por el aspecto de su proa, que siempre me recordó a la cabeza del monstruo creado por Shelley y segundo porque parece hecho de pedazos de conceptos, es decir, tiene elementos de la clase Jewel y al mismo tiempo de la futura clase Breakaway. Más adelante lo conoceremos en profundidad.
Podemos adelantar que la previsión es que dentro de los siguientes seis años vean la luz otros tantos buques dentro del proyecto "Leonardo", con una mayor eficiencia energética, nuevos diseños que permitan una mayor conexión con el mar y por supuesto infinitas y atractivas posibilidades de ocio, gastronomía y diversión.
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