Retomamos el camino para abordar las últimas etapas de nuestro recorrido. Y para ello nos detenemos en Baiona. Aunque yo lo recorrí por libre, existe un interesante free tour por Baiona que nos enseñará lo mejor de la ciudad de forma gratuita.
Tras aparcar nuestro vehículo cerca de la costa, concretamente frente a la Punta Sansón, vamos recorriendo la zona costera conocida como Parque de A Palma, lugar de asueto y relax de los habitantes de la villa. Con zonas ajardinadas, parques infantiles y deportivos, este rincón de 11.000m² se construyó sobre un desaparecido complejo dunar que unía el Monte Boi con el casco histórico.
Uno de los protagonistas del lugar es el insigne marinero Martín Alonso Pinzón, que arribó a Baiona en 1493 tras el descubrimiento de América. La historia cuenta que el onubense, debido a una fuerte tormenta se separó de las otras dos carabelas y se dirigió a Baiona, donde desembarcó para dirigirse a Palos, con la buena nueva de la hazaña de Colón. Esta escultura rememora el hecho histórico y sirvió para hermanar las dos villas en 1977.
Seguimos adelante por el paseo para dirigirnos al Monte Boi.
Baiona siempre amó el mar, y éste le correspondió con una hermosa costa que poseía una importancia estratégica única en la Ría de Vigo. No todo eran ventajas, ya que era continuamente atacada por los portugueses y sobre todo por piratas normandos y corsarios ingleses.
Arrasada por los primeros y colocada bajo la protección del rey Alfonso IX, se decide construir la fortaleza de Monterreal, que poca defensa significó ante nuevos ataques de los lusitanos y el insistente Pedro Madruga. Ya en el siglo XVI se refuerza como Dios manda, con 3 km de muralla y varios torreones defensivos. Hoy en día alberga las instalaciones del Parador Nacional Conde de Gondomar.
Subimos un poco la loma para visitar uno de los monumentos más conocidos de Baiona, el llamado "Encuentro entre dos mundos".
Inaugurado en 1993, este grupo tallado en granito es obra del gallego Magín Picallo.
Podríamos dividirlo en cinco partes. La central representa la esfera de la Tierra, a su alrededor encontramos a Galicia, América, los emigrantes y los que han retornado.
La idea y proyecto del autor no era solo recordar el descubrimiento, sino también reforzar el recuerdo de Galicia como punto de partida y retorno de los emigrantes que escaparon de la pobreza española para buscar un futuro mejor en el Nuevo Mundo.
Como curiosidad, decir que en el interior de la bola hay 22 muestras de tierra de los países que componen América, puestas el día de la inauguración por sus embajadores.
Al otro lado del monte disfrutamos de la preciosa playa de la Ribeira y el frente marítimo de la ciudad.
Un mural azulejado, recuerda el viaje de las carabelas de vuelta a España, pasando por Baiona y llegando a Palos.
Nos adentramos en el casco histórico por la Praza Padre Fernando paseando por las tranquilas callejuelas de la villa,
Pasando ante el convento Das Nais Dominicas, levantado en el siglo XVI.
En la Praza do Consello se encuentra la Capilla de la Misericordia.
La capilla, tal y como la vemos, no siempre estuvo aquí, ya que en un principio se edificó como parte de la fortaleza de Monterreal, que antes vimos. Fue en 1656 el momento en que se ordenó levantarla de nuevo en el lugar que ahora ocupa.
Propiedad de la Hermandad de la Santa Casa de Paz y Misericordia, es la más antigua, según se dice, de Galicia y su ánimo era cumplir las obras de misericordia que incluían dar entierro y acompañamiento en las últimas horas a los habitantes de la villa y a los forasteros a los que la muerte sorprendía en el lugar.
No debemos irnos sin visitar su interior, ya que aparte de las magníficas tallas del Cristo de los Faroles, el de la Cañita y el de Oro entre otras, destaca una curiosidad. El Crucificado del altar central llegó desde México con su cruz hueca llena de oro, para sufragar los gastos de la capilla. Al parecer fue una ingeniosa idea para evitar que los temerosos corsarios pudieran hacerse con el precioso metal.
El monasterio continuó su paso por los siglos hasta la Desamortización de Mendizábal, tras la que fue adquirido por un madrileño que a su vez lo vende a un vecino de A Guarda. Durante la Guerra Civil se convierte en campo de concentración para los presos republicanos. Va pasando de mano en mano, de empresa en empresa y en la actualidad existe un proyecto para su total rehabilitación y restauración, con el ánimo de darle el esplendor que un día tuvo.
Para contar su historia se pueden realizar visitas guiadas, e incluso unos pocos afortunados pueden visitarlo con ocasión de eventos especiales y bodas.
Tan sólo su iglesia puede ser admirada si como viajeros visitamos Oia, y si como nosotros, coincidimos con la visita del amable párroco, dispondremos de unos valiosos minutos para visitar su interior.
El templo, en su origen románico, muestra las líneas puras de otras construcciones cistercienses, con una fachada barroca añadida en 1740 y una torre en el mismo estilo que se añadió en el siglo XVII.
Aprovechamos, como he dicho, que el sacerdote nos permite acceder al templo unos minutos, para disfrutar de las joyas que atesora.
En el manierista retablo central encontramos a la Virgen del Mar, que como no iba a ser menos, también tiene su leyenda. Al parecer, en el siglo XVI, en un acantilado aparece milagrosamente la imagen, unida por una cadena a otra escultura de un perro con un collar de conchas.
Rápidamente, y temiendo que pudiera ser robada por los piratas es llevada al monasterio, donde los frailes la recogen y llevan con fervor a hombros al interior de la iglesia.
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