En Victoria Street ( como no) encontramos una pequeña gran sorpresa.
El Albert Memorial Clock Tower se construyó allá por 1865 para intentar paliar la nostalgia que sentían los funcionarios y hombres de negocios de la ciudad de Londres y para recordar al regio esposo de la reina Victoria, el príncipe Alberto. Si nos acercamos un poco vemos que está ligeramente inclinada, ya que se levantó sobre un terreno robado al río que apenas puede sostenerla.
Por este hecho se la ha llamado la Torre de Pisa de Belfast. Al estar situado cerca de los muelles, la torre fue una vez famosa por ser frecuentada por prostitutas que ejercían su oficio con los marineros, sin embargo, en los últimos años la recuperación de la zona ha convertido la Queen Square en un espacio realmente atractivo, con parques, jardines y esculturas.
Aparte de su curiosa inclinación, la torre está adornada con una estatua del príncipe Alberto, así como leones coronados ricamente tallados y decoraciones florales.
Arriba del todo, la torre alberga una campana de dos toneladas y las esferas de un reloj que tuvo que ser reparado, ya que fue gravemente dañado por una bomba que el IRA colocó en sus cercanías hace 24 años.
Uno de los lugares imprescindibles por su curiosidad al visitar la ciudad de Belfast.
Y vamos a echar un vistazo al Crown Liquor Saloon.
Nada menos que desde 1826 lleva abierto este pub en Great Victoria Street para alegría y diversión de propios y extraños. Aunque no soy bebedor, decidimos acercarnos hasta él para comprobar lo que suelen decir en Belfast. que su Crown es el pub más bonito de Irlanda. Y aunque visitamos tan sólo un par de ellos en nuestro viaje no me extrañaría que así fuera.
Hoy, The Crown no ha perdido nada de su impresionante y antiguo esplendor, gracias a las restauraciones de las últimas décadas y su reconocimiento oficial como lugar histórico de interés. La obra original de coloridos azulejos y vidrieras sigue brillando como si se hubieran colocado ayer mismo y al mirar al techo nos parece ver resplandecer la luz de gas tal y como lo hizo durante casi un siglo. Quizá este sea uno de los pocos lugares en el mundo donde la opulencia victoriana nunca ha perdido su gloria y fulgor.
Una vez dejamos atrás Belfast, y de camino a la archiconocida Calzada del Gigante, conducimos por la que podría ser una de las carreteras más bonitas del mundo, la llamada Coast Road. No creo que exagere si digo que ese día el sol parecía brillar más para nosotros, para que pudiéramos disfrutar del intenso azul del mar o del envolvente verde de la hierba y la vegetación que parecen fundirse a nuestro alrededor al recorrer el camino de asfalto que nos llevaba al norte de la isla. Por eso, si hay tiempo, recomiendo recorrer esta carretera secundaria en vez de ir directamente a Derry y de allí a la Calzada.
El lugar fue famoso también por la cantidad de salmones que atrapaban sus redes y que se exportaban a todo el Imperio Británico y por las enormes hogueras que se divisaban desde lejos en las que se quemaban toneladas de algas para luego destinarlas a usos médicos.
Mi consejo, detenerte donde te apetezca y disfrutar de un rato de contacto directo con la naturaleza, y sobre todo dejar pasar el tiempo...Yo lo hice en Tweed's Port, un pequeño muelle donde batía el mar y los patos aprovechaban para refrescarse entre las algas, y también más adelante en Agnew's Field, que dispone de un pequeño aparcamiento y unas mesitas donde tomar un aperitivo mientras se respira una mezcla de tonificante brisa marina y delicioso olor a hierba y campo.
Y llegamos a uno de los hitos de nuestro viaje, la Calzada del Gigante.
La Calzada del Gigante está envuelta en el mito y la leyenda. Se dice que fue excavada en la roca por el poderoso gigante Finn McCool como un camino formado por cuarenta mil columnas de basalto para pasar de Irlanda a Escocia sin mojarse los pies.
No está mal, no nos arrepentimos, pero lo cierto es que no es barato, y es perfectamente evitable. Para ello recomiendo aparcar fuera del recinto del centro de visitantes y entrar directamente por el túnel que se encuentra a su derecha. Pasamos por una taquillas donde recoger y dejar la audioguía y tomamos el camino que baja paralelo a la carretera.
Tan sólo hay que seguir hasta el mar y a nuestra derecha aparece la Calzada. Hay que contar con que el camino de ida son aproximadamente unos 1.200 metros y que a la vuelta la pendiente es considerable. Para ello han puesto un servicio continuo de autobuses que hacen el trayecto en 5 minutos por un módico precio.
Sin embargo yo recomiendo caminar y disfrutar del paisaje y de la unión de la tierra y el mar que forjó la leyenda del gigante Finn para disfrute de todo el que venga a escucharla.
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