martes, 8 de noviembre de 2016

Bella Italia (VII). Venecia (I)

 ¿Cuántas formas hay de acercarse, de llegar hasta Venecia?. Por un lado podemos hacerlo con nuestra imaginación a través de un buen libro que intente desgranar sus secretos, por otro gracias al cine y a la fotografía, que nos dan una visión más colorida y menos esforzada de la Bella de la Laguna. Y finalmente viajando físicamente hasta sus puertas de agua, su azul imposible y su invisible música. La Serenissima parece esperarnos desde hace siglos...

Yo he tenido la suerte de verla por primera vez desde tierra, mar y aire, y sin duda me quedo con la segunda, ya que Venecia sin el mar no tendría sentido, igual que el mar sin la belleza eterna de esta joya italiana, que es nos pertenece a todos.

Dejar atrás las impetuosas aguas del Adriático y surcar la calma Laguna de Venecia mientras costeamos la isla hasta llegar al puerto de cruceros es una experiencia incomparable.


Para quien llegue a ella por primera vez, será su toma de contacto con sus monumentos y rincones que con tanta ansia espera visitar y que han rondado en su imaginación durante toda su vida. El Palacio Ducal, el Puente de los Suspiros, la Plaza de San Marcos, la Dogana...Todo aparece ante sus ojos envuelto en una magia que parece atemporal.


En esta visita voy a combinar, a amalgamar varias de las múltiples visitas que he hecho a la ciudad y voy a empezar por lo menos habitual, por lo que se visita cuando ya conoces, o eso crees, la hermosa ciudad de Venecia.

Pero bajemos del barco y acerquémonos al primer punto de nuestro recorrido.

A todos nos suena la palabra guetto, sin duda, pero pocos conocen su origen. Canareggio, una de las islas que forman Venecia, era el lugar ideal para instalar las fundiciones en un lugar seguro, para evitar que los posibles incendios acabaran con la ciudad. En dialecto véneto fundición se dice guetto, así que la zona pasó a llamarse así. Cuando los judíos exiliados de otros lugares de Italia y Europa pidieron asilo y protección a la República, ésta tomó la decisión de instalarlos en Cannareggio, y cerrar cada noche sus accesos para protegerlos. Allí vivieron durante siglos, hasta que Mussolini llegó al poder y comenzó su persecución y nuevo exilio. 



Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes, con el permiso del Duce, entraron en Venecia y arrestaron a 254 judíos que llevaron a los campos de concentración. Para recordar este infame acontecimiento, se encargó una serie de relieves entre los que destaca el que muestra a un grupo de judíos subiendo al tren que les llevará a su muerte en los campos. Se conoce como "El último tren".






Bajo la placa que como una fotografía nos muestra el momento de la subida al tren y que está colocada sobre una malla de hierro, que simboliza la privación de libertad, encontramos los nombres y la edad de los desgraciados que sufrieron el apresamiento y la deportación.

Y no soltamos la mano a la muerte, porque tras tomar un vaporetto, ponemos pie en la isla de San Michele. el cementerio de Venecia.

Para los que me conocen, saben que una parte importante de mi visita a una ciudad la constituye su o sus cementerios.




Caminar entre las lápidas, leer un epitafio aquí una dedicatoria allá, son mensajes subliminales que recibo de los habitantes del camposanto, que me cuentan la vida y la muerte en su ciudad, que me hablan de sus alegrías y su penas, que me muestran su riqueza o su miseria.



Un túmulo con una cruz o un panteón que más parece palacio...que más da. Polvo eres y en polvo te convertirás. La muerte nos hace a todos iguales. ¿ O no?.
San Michele parece ser uno de los cementerios donde presumir de tumba se convierte en arte, ya que el espacio es tan mínimo que vale oro.



Desde los nichos estrechos y hormigonados de la nueva extensión, hasta los grandes mausoleos de las más ricas familias venecianas, pasando por los cenotafios de princesas y bailarinas rusas, hasta la misma arquitectura nos demuestra que incluso después de la muerte hay diferencias.



Hasta la llegada de las tropas de Napoleón en el siglo XIX, los muertos ocupaban las escasas porciones de terreno libre que los vivos dejaban en la ciudad de Venecia. Habitualmente eran sepultados en el interior de las iglesias y en los llamados sacrati hasta agotar el espacio disponible.




Los franceses rellenaron el canal que separaba San Michele y San Cristóforo para unir ambas islas y permitir así la ampliación del cementerio que desde principios del siglo XIX albergaba esta última.



Con ello crearon una isla cementerio que parece flotar sobre las aguas de la laguna, aislada y accesible sólo por barco para aquellos que tengan allí a sus seres queridos o los que como yo, sientan una curiosidad especial....



Dividido en secciones que engloban distintas religiones. podemos detenernos en el patio de los ortodoxos, en el de los católicos. el de los evangélicos o protestantes. O quizá mejor admirar las tumbas de los gremios de gondoleros, las monjas, sacerdotes o militares, que de todo podemos encontrar.



Al contrario de otros cementerios, y debido como ya he dicho a la falta de espacio, los panteones no son numerosos, y lo que predomina es las sepulturas en el suelo y los nichos, con losas de mármol que se adornan con arreglos florales. Aunque si hay dinero hay sitio...






Por supuesto que hay famosos, esto es Venecia. Así que visitamos la tumba de Igor Stravinsky...


O las de personajes rusos como Serguei Diaguilev, fundador de los ballets rusos y a quien sus admiradores regalan sus zapatillas cuando se retiran dejándolas sobre su lápida.


Garantizarse el reposo eterno en un lugar como este es un privilegio del que pueden disfrutar solo unos pocos, aquellos que puedan permitirse pagar entre 250.000 y 350.000 euros.







La iglesia de San Michele y el monasterio con su enorme claustro, se empezaron a construir en 1436, con sus arcos de medio punto sobre columnas de Istria, mármol griego y capiteles de decoración vegetal.




En cuanto al hermoso campanario, que data de 1460, hay que decir que presume de su estilo gótico bizantino, con su cuerpo cuadrado y rica decoración de ladrillo y piedra de Istria.



Muy cerca de la iglesia de San Michele se levanta la Capilla Emiliana.



Y nos despedimos de la Isla del Eterno Descanso para seguir nuestra ruta, sabiendo que aunque todo cambie, el final es el mismo para todos...


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