Y seguimos nuestro paseo por el caótico pero embriagador
Cairo, que fue ciudad medieval durante 900 años hasta que Ismail, el jedive
renovador, transformó su imagen como si de una cenicienta se tratara.
La
ciudad, que hasta 1860 sufría las imparables crecidas del Nilo, que
transformaban sus calles en pantanos insalubres, se vio de pronto convertida en
una metrópoli a nivel europeo, levantada por arquitectos belgas, franceses e
italianos, que diseñaron y levantaron un nuevo Cairo que empezó a convivir con
la ciudad islámica.
Estos planes necesitaban dinero, y los banqueros europeos y
sobre todo británicos se prestaron a conceder enormes préstamos que no podrían
ser devueltos, y que les dieron la excusa perfecta para ocupar el país y
convertirlo en una colonia inglesa.
Hoy, El Cairo combina grandiosos edificios decadentes con
calles abarrotadas de construcciones que parecen sostener un equilibrio imposible,
grandes parques y azoteas repletas de escombros, un horizonte casi infinito de
casas, hoteles y edificios en un frenesí constructor que parece no terminar nunca.
De noche, las luces hacen brillar los edificios con los neones que señalan las mezquitas...
Sobre un espolón de piedra caliza se levanta esta fortaleza
que fue residencia de los gobernadores de Egipto durante más de setecientos
años. Contiene tres mezquitas diferentes, palacios y terrazas con
espectaculares vistas de la ciudad.
Constituyen sin duda los monumentos más hermosos del arte
islámico en El Cairo, y de todos ellos, la mezquita de Mehmet Alí sobresale por
su belleza y elegancia.
También se la conoce como la "Mezquita de Alabastro", por el material que recubre el exterior de los pisos inferiores. Dentro, el ruido de la gigantesca ciudad parece venir de miles de kilómetros de distancia, ya que el silencio y la paz parecen flotar en el aire.
Aquí descansan los restos de Muhammad Alí, cuyo gobierno constituyó una época de modernización del país.
Al dejar atrás el patio de abluciones, con fuentes y una arquería de alabastro, se accede a la sala de oración.
Decorada con mosaicos y piedras preciosas, esta estancia alberga el minbar o púlpito y la tumba de Mehmet Alí, de mármol blanco cincelado y piedras preciosas.
Para despedirnos de Egipto, damos otro paseo por sus calles y mercados, con la seguridad de que en su búsqueda de la eternidad casi ha logrado su objetivo, ser Eterno..
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