viernes, 12 de febrero de 2021

Asturias, el Paraíso de los Sentidos ( y XII)

 Seguimos nuestro camino por la calle San francisco para encontrarnos con la antigua Universidad de Oviedo, edificio que funcionó desde 1608 hasta 1980 como centro docente superior en la ciudad, y que hoy conserva el Rectorado y la Secretaría de la ciudad. Este hermoso edificio poseía un fondo de archivo y biblioteca de inmenso valor, perdido tras la Revolución de 1934 y la Guerra Civil.


Austero y casi carente de cualquier adorno, tras su reconstrucción mantuvo alguna de sus otras funciones como la de la torre, que sigue siendo campanario y observatorio astronómico.



Cerca se localiza otra de las más de un centenar de esculturas que salpican la ciudad. En este caso es la conocida como "El viajero" aunque su verdadero nombre es "El regreso de Williams B. Arrensberg". Es sin duda, junto a "La Regenta" una de las más fotografiadas de Oviedo.


Frente a él encontramos el Real Instituto de Estudios Asturianos, que ocupa el antiguo y barroco Palacio de los Condes de Toreno y fue lugar de nacimiento de José María Queipo de Llano, personaje de gran importancia durante la Guerra de la Independencia. 


Por su parte el cercano Palacio de los Camposagrado, que nos recuerda a la familia que ya conocimos en Avilés, es sede del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. En su frente mezcla varios estilos arquitectónicos, ya que fueron varios los arquitectos que se sucedieron en su construcción, aunque predominan el barroco y el clásico. Se levantó en 1752, y aunque experimentó varias reformas, fue tras la Revolución de 1934 cuando tuvo que ser casi totalmente reconstruido, ya que resultó gravemente dañado por un incendio.


En la Plaza de Alfonso II el Casto, que es la misma de la Catedral, encontramos la pequeña capilla de la Balesquida, dedicada a la Virgen de la Esperanza.


 A través de una reja en medio de una puerta de madera podemos atisbar parte de este minúsculo templo que recuerda a Velasquita Giraldéz, dama ovetense que tanto favoreció al gremio de sastres durante el siglo XIII, donando dineros y propiedades a la cofradía, aparte de fundar un hospital.


Bordeando la plaza también vemos el Palacio de Valdecarzana-Heredia, hogar de la prestigiosa familia Miranda y mandado a construir por el marqués para demostrar su nobleza y posición social. Se trata de una estructura que aunque barroca, es solemne y austera, con escasa decoración en su portada y que sólo se permite el exceso en el escudo familiar, que representa a Hércules y el león de Nemea. Durante algún tiempo fue casino para luego pasar a ser sede de la Audiencia Territorial de Asturias.


Otro de los edificios de interés de la plaza es la llamada Casa de la Rúa, que según las investigaciones es la estructura civil más antigua de Oviedo, datado en el siglo XV, Durante siglos fue residencia del Marqués del Marcenado, es decir, solar de la familia Navia-Osorio y después de una profunda restauración, parte de él se ha dedicado a la celebración de exposiciones y eventos.


Llama la atención, a un costado de la Catedral el edificio que en 1929 se levantó para ser sede del Monte de Piedad y Hogar del Pensionista de Cajastur. Los ovetenses siguen conociéndolo como Caja de Ahorros de Asturias y según se dice, en breve pasará a ser un hotel de gran lujo.


En el lado opuesto se halla una fuente que hace de unión entre los dos niveles que tiene la plaza y desde donde se tiene una visión perfecta del conjunto arquitectónico.


Pero ya es hora de visitar el templo más importante de la ciudad, la Catedral.


La Catedral de San Salvador de Oviedo tiene una larga historia, que además ha sido detalladamente documentada e investigada a lo largo de los siglos. Fue en el año 761 cuando dos religiosos limpiaron y prepararon un terreno en la entonces conocida como colina Oveto para construir el monasterio de San Vicente.

Algo más tarde nacería aquí el rey Alfonso II el Casto, que da nombre a la actual plaza y que convertiría a Oviedo en la capital del reino astur. Su padre levantó cerca del convento una iglesia dedicada a San Salvador, reconstruida tras los ataques musulmanes por Alfonso. Ya en el año 1388 se decide reemplazarla por la actual catedral de estilo gótico, debido al creciente número de habitantes de la nueva capital.


Durante casi tres siglos se trabaja incansablemente en la construcción del templo y a esto debemos añadir otro más para que pudieran terminarse las capillas y panteones que la rodean. Dado que su mayor parte se levantó en el siglo XV, el estilo que predomina es el gótico flamígero.


Lugar ineludible de peregrinaciones a lo largo de los siglos, su principal magnetismo religioso y de fe está centrado en la capilla de San Miguel o Cámara Santa, donde se guarda la Cruz de los Ángeles y de la Victoria (símbolos de Oviedo y de todo el Principado), la Caja de las Ágatas y el Arca Santa, con un gran número de reliquias entre las que destaca el Santo Sudario.

Tres son las naves que muestran un interior que parece elevarse al cielo, de piedra clara y luminosa.





Al fondo apreciamos el fabuloso retablo mayor, que junto con el de Toledo y Sevilla, conforman el más valioso conjunto de su tipo en toda España. Con 12 metros de altura, relata en estilo gótico hispano-flamenco el nacimiento, vida y muerte de Jesús.


Recorriendo al detalle el interior es de obligada visita la Capilla de Santa Eulalia, donde en una urna de plata, bajo un templete, descansan las reliquias de la santa.


Igualmente es inexcusable es detenernos ante la imagen del Salvador, patrón de la Catedral. Se trata de una imagen de Jesús, cuyos orígenes de suponen anteriores al mismo templo. Este punto marca el inicio del Camino Primitivo a Santiago, por lo que suele decirse que " el que va a Santiago y no al Salvador, visita al criado, no al Señor".


Hace poco restauradas, las capillas doradas vuelven a brillar en todo su esplendor, como la de San Pedro...

La de la Transfixión.


O la de Santa Teresa.


Pasamos ante el Cristo de Velarde, una magnífica talla manierista de más de 2 metros de altura atribuida a Berruguete.


Y concluimos la visita girando alrededor de la estructura de la catedral para admirar sus volúmenes y estructuras. Como las románicas, perfectamente integradas en el volumen gótico del templo.


La fastuosa torre de 80 metros de altura no sólo es famosa por verse desde casi cualquier punto de la ciudad, sino por ser una de las protagonistas de la novela "La Regenta", de Leopoldo Alas Clarín.


Por su parte, la Torre Vieja, se construyó en el siglo X para proteger las reliquias de la Cámara Santa de las incursiones normandas y musulmanas.


Gruesos muros de metro y medio de espesor, conforman la estructura de esta torre.


En la Plaza Corrada del Obispo encontramos el Palacio Episcopal, que ocupa el solar donde se levantaron los palacios de los primeros reyes asturianos. Poco queda de la construcción original, aparte de la fachada, ya que fue gravemente dañado por un incendio en el siglo XVI y durante la Revolución del 34.


Nos despide de este rincón, el exterior del Claustro de la Catedral.


Entramos por la calle San Vicente, y pasamos bajo el arco anexo al Monasterio del mismo nombre y que unía sus dependencias.


A continuación llegamos a la Plaza de Feijoo, en cuyo centro se erige una escultura de los años 50 del siglo XX, que recuerda al catedrático de teología que residió en el monasterio de San Vicente, y que mira directamente a la celda donde tantos años vivió mientras impartía sus clases y desarrollaba sus talentos de ensayista y polígrafo.


Pasamos ante el monasterio de San Pelayo, ocupado casi ininterrumpidamente por religiosos desde el siglo IX. Fundado bajo la advocación de San Juan Bautista, el traslado de los restos del niño mártir gallego San Pelayo. El fondo documental y de archivos que guarda tiene un valor incalculable. La mayor parte de la estructura data de los siglos XVI y XVIII.


Enfilamos la calle Jovellanos, y a la altura del número 8, encontramos restos de la primera muralla medieval, integrados hoy en el trazado urbano.


Frente a ellos, la Casa de Campomanes, muy valiosa por ser considerada el primer ejemplar de casa de habitaciones en el barroco asturiano, que construyera la nobleza rural en Oviedo. Hoy es sede de la Casa del Pueblo del PSOE.


Pasamos por el hermoso edificio que en su día compartieron el Gran Hotel Covadonga (de gran lujo en su época y que sufrió un devastador incendio en 1911) y el Banco BBVA.


Nos despedimos de Oviedo y de Asturias con la imagen de su catedral, acompañada siempre por la escultura de una de sus más famosas habitantes de ficción, Ana Ozores, que todo el mundo conoce como La Regenta. Es el homenaje que Oviedo hizo en 1997 al escritor Leopoldo Alas Clarín, que transformó la ciudad en Vetusta, algo que no gustó a los ovetenses por la crítica encubierta que se hacía a la sociedad de la época. Hoy, la novela se considera la segunda mejor obra literaria en lengua española, tras el Quijote


Volvemos a casa, como doña Ana a su palacio, guardando en la memoria todas las sensaciones y recuerdos que Asturias, con su belleza y personalidad ha sido tan generosa de regalarnos, haciéndonos prometer a cambio, que volveremos. Y cumpliremos la promesa, con todo el placer de nuestros sentidos.

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