Seguimos nuestro recorrido por Antigua Guatemala visitando un lugar que como tinerfeño tiene un simbolismo muy especial, el santuario de San Francisco el Grande, donde se encuentra la tumba del Hermano Pedro.
Entramos por la Calle de los Pasos, abierta por los monjes franciscanos en 1618 y que mide 1322 pasos que corresponden con la distancia entre el Pretorio y el Monte Calvario en la Jerusalén de Jesucristo. En ella se construyeron diez capillas que son otras tantas estaciones del Vía Crucis.
A unos metros de la primera de ellas se encuentra la entrada al templo de San Francisco, ante el que en ese día se elaboraban alfombras de flores en honor del Hermano Pedro, del que se recordaba su fallecimiento al día siguiente.
Aunque se trata de un templo de gran importancia, los fieles acuden sobre todo para visitar la tumba del santo canario. Antes de acceder a ella , en una de las paredes del templo vemos una gran Tau Franciscana, hechas con las ramas del esquisuchil que sembró el Hermano Pedro en 1657 y cayó por una tormenta en mayo de 2020.
Afortunadamente, se consiguieron salvar varios esquejes del árbol, siendo sembrado uno de ellos en el lugar del anterior, que ahora crece lozano y otros que se trajeron a Tenerife y crecen felizmente cerca del solar que ocupó la casa del santo.
Pero entremos a conocer el lugar donde reposan los restos del Hermano Pedro, que en su testamento solicitó ser enterrado justo en este lugar.
Después de pasar por varios sepulcros que tuvieron que ser abandonados por los terremotos, los restos del santo dieron con su definitivo lugar de descanso en 1990, cuando se construyó el actual en la Capilla de la Vera Cruz de la iglesia franciscana.
Los tres relieves que vemos representan el Hospital de Belén, el santo en su lecho de muerte y sus misiones de evangelización. El cuarto lado del sepulcro tiene una cavidad cubierta por un cristal y una reja donde los fieles dejan algún objeto o un lazo para agradecer o pedir la intercesión del santo.
Nuestra siguiente visita es el Hotel Casa Santo Domingo, pero no para visitar las instalaciones del hotel, sino porque guarda las ruinas del que fue el convento más grande y rico de Guatemala.
Sus comienzos datan de 1542, cuando se levantó una pequeña iglesia hecha de cañas, barro y heno para dar misas en los terrenos cedidos a los dominicos al este de la ciudad.
En ese momento, los fondos estaban plenamente dedicados a las construcciones civiles, por lo que la falta de recursos hizo que sólo con la ayuda de las donaciones de los habitantes de la ciudad pudiera construirse no solo un templo en piedra y argamasa sino todo un complejo conventual.
Poco a poco las edificaciones fueron ganando en tamaño y forma, gracias a las aportaciones en materiales de construcción y en dinero que entregaba la familia de los novicios que ingresaban en la orden.
Se contrató pues a los mejores canteros, carpinteros y plateros para ir dando forma a un recinto que reflejara la creciente riqueza de la orden, que incluso contó con el primer reloj público de la ciudad colocado en una de las torres del templo.
Cuando todo parecía ir viento en popa para los dominicos, sobrevinieron los terremotos de 1717 y 1773, que dejaron en ruinas la casi totalidad del complejo monástico.
Con el traslado a Ciudad de Guatemala, el conjunto religioso cayó en el olvido, y no fue hasta finales del siglo XX, que se decidió su restauración para convertirlo en un lujoso hotel de referencia en todo el país.
Hoy, aparte del establecimiento hotelero, el lugar cuenta con 6 museos que hablan del pasado del convento y que pueden ser visitados sin tener que alojarse en él. También es uno de los lugares favoritos para celebrar bodas y aún siguen acudiendo a misa, en los ruinas rehabilitadas de la iglesia, muchos habitantes de la ciudad.
En el tramo final de la visita a Antigua, pasamos por varios lugares de interés, como la Plazuela de la Fuente de las Delicias, donde cada 7 de diciembre se realiza la quema del diablo.
En esa fecha, víspera de la Inmaculada, se prende fuego a un demonio de varios metros de altura como símbolo del triunfo de la Virgen sobre el mal, representado en la figura diabólica fabricada por los vecinos de la ciudad.
El lugar de la celebración fue elegido no al azar, sino porque a un lado de la plazuela se encuentran las ruinas del Convento de la Inmaculada Concepción.
El convento tuvo, desde sus inicios una intención didáctica, ya que a él acudían las hijas de las familias más pudientes para ser instruidas en las virtudes de la religión y las nociones básicas de lectura y escritura.
Otro edificio singular es el templo que perteneció al convento de las Capuchinas, fundado por cinco monjas madrileñas en 1736, y que fue el último en erigirse en la ciudad.
Las religiosas debían vivir una existencia radicalmente sencilla y austera, en constante penitencia y sobreviviendo a base de limosnas, siendo su mortaja el hábito que habían llevado en vida.
El último hito religioso por el que pasamos fue las ruinas del templo y convento de Santa Teresa de Jesús, de gran importancia artística pero que quedó también en ruinas tras el terremoto de Santa Marta.
No podemos abandonar Antigua Guatemala sin acercarnos a la estación central de los conocidos como Chicken Bus.
Cuando recorremos Guatemala, pronto nos damos cuenta de la cantidad de pequeños pueblos que salpican la carretera y que se suceden a lo largo de nuestra ruta.
Para conectarlos existe un transporte público llamado "Chicken buses", bautizados así por los americanos al ver que aparte de personas, los autobuses transportan no sólo jaulas con pollos vivos, sino también patos y pavos.
En la parte superior es común ver todo tipo de frutas y verduras, pequeños muebles, maletas y todo lo que podamos imaginar.
¿Pero de donde vienen estos singulares autobuses?
En las películas americanas vemos con frecuencia los típicos buses escolares amarillos. Pues bien, cuando llegan a lo que debería ser el final de su vida útil (unos 50.000 kilómetros)son vendidos en subasta y el mejor postor se lo lleva por carretera a Guatemala.
Los artistas del aerógrafo se ponen manos a la obra, dando vida en el lienzo vacío a las fantasías más inverosímiles de su nuevo propietario.
Así loc colores brillantes transforman el nuevo "Chicken Bus" en un ring de boxeo, una capilla para santos y vírgenes o simplemente en el homenaje a la mujer amada.
Según cuenta quien ha subido, transitar por determinadas rutas en estos autobuses es toda una arriesgada aventura no apta para el que sufra del corazón, ya que no sólo circulan por carreteras asfaltadas, sino también por las pistas de tierra que serpentean entre las montañas.
Nos despedimos de Antigua Guatemala con una vista desde el Cerro de la Cruz.
En este mirador, se colocó una cruz de madera en 1930, como símbolo de protección y evangelización, tras celebrarse en la ciudad un congreso eucarístico, Más tarde se sustituyó por una de piedra de 10 metros de altura sobre un orbe como protección de la ciudad.
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