lunes, 11 de julio de 2016

Las más hermosas islas del Caribe (XI): Curaçao


Ver la entrada a Curaçao desde el mar es un privilegio que se disfruta sobremanera desde el balcón del camarote de un crucero o tomando un café en cubierta mientras amanece.

Estas casas de llamativos tonos pastel son el reflejo de la diversidad de colores, credos y razas de sus habitantes. Aunque actualmente es territorio autónomo de los Países Bajos, fue en un principio colonia española lo que la convirtió en objetivo de piratas ingleses y lugar de exilio de los judíos que fueron expulsados de Portugal y Brasil. Si a esto unimos los primitivos pobladores de la isla y la enorme cantidad de esclavos africanos que se llevaron a la isla para trabajar en las plantaciones, entenderemos la inmensa riqueza cultural de la isla.
Ya que el tiempo de escala es muy corto, recomiendo optar por una excursión de las muchas que ofrecen las empresas a pie de barco.
En nuestro caso encontramos a un chico que ofrecía por 12 dólares por cabeza llevarnos a las cuevas de Hato y luego a una playa privada, trayéndonos al barco a las 14.00, hora apropiada debido a que el Blue Moon sale de Curaçao a las 15.30.

En tan sólo 15 minutos estábamos en las cuevas de Hato, donde compramos las entradas, que no iban incluidas. La verdad es que sin llegar a ser las cuevas del Drach de Mallorca u otras que hay por el mundo, no están nada mal.
Se accede a ellas por una escalinata con 47 escalones y tras pasar una verja de hierro se entra a las cuevas.



Las Cuevas de Hato se formaron bajo el nivel del mar hace millones de años. Hoy las cuevas cubren un área de 4900 m2 y albergan formaciones de piedra caliza espectaculares.


En los oscuros años de la esclavitud, muchos fueron los esclavos que huidos de sus amos y captores buscaron refugio entre sus paredes, y antes que ellos, los indios arawak también las habitaron, tal y como demuestran los dibujos y pinturas que pueden verse en sus irregulares relieves.



Lo que nos espera a nosotros dentro, es un inmenso catálogo de cascadas, estanques y formaciones de roca bautizadas por sus formas, como La Tortuga o El Elefante.



Los murciélagos fruteros de nariz larga son ahora los únicos habitantes de Hato, que amablemente comparten su hogar con los turistas que visitan estas maravillosas cuevas.



A continuación fuimos a visitar y disfrutar de la playa privada de Kontiki.
La entrada vale unos 3 dólares y tienes a tu disposición hamacas y sombrillas para alquilar.
Es un poco extraño esto de pagar por entrar en la playa, pero parece ser que es la mejor, y la verdad estaba muy limpia y rodeada de bares, tiendas y palmeras.




No hay que perderse un paseo por la playa y ver los edificios de madera en plena arena.
El agua es limpia, clara y fresca.

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