Seguimos revoloteando, o mejor chapoteando, por la laguna véneta y nos acercamos a las islas de Murano y Burano.
De la primera poco tengo que contar. Para mí apenas fue una visita fugaz a un enorme mercado de cristal, donde todo gira alrededor de la industria que ha hecho famosa la isla en todo el mundo. Así que literalmente escapé de la vorágine de compradores de figuritas, jarrones y centros de mesa de colores para refugiarme en la tranquila Burano.
La leyenda cuenta que los pescadores pintaron las casas en vivos colores para poder distinguirlas n los días de niebla, historia que se repite en otros lugares del mundo, así que no se si será real o adaptada.
4.000 habitantes son los que tiene esta pequeña isla que hoy en día diversifica su economía combinando su tradición pesquera con la visita turística, que contribuye a ella adquiriendo productos tradicionales como los encajes.
La isla, que realmente está formada por cuatro islotes unidos por puentes, fue independiente hasta 1923, año en que se unió a Venecia.
Su nombre proviene del viento de la Bora, que en determinadas épocas del año sopla con fuerza en esta zona de la laguna de Venecia.
Sus primeros pobladores provenían de Altino, en el continente, y se asentaron aquí en el siglo VI.
Y tomamos de nuevo el vaporetto, para enfilar nuestros pasos a la hermosa Venecia.
Siempre recomiendo, para tener un primer contacto con la esencia eterna de la ciudad, tomar la línea de vaporetto que sale desde la parada 5030 en Piazzale Roma y recorre el Gran Canal hasta llegar a San Marco. Es obligatorio, por así decirlo, hacer, en algún momento, este recorrido.
Pasamos con el barco bajo el Puente de la Constitución, diseñado por Calatrava con sus 94 metros que une la zona de aparcamientos de la ciudad con la estación de trenes.
Por el camino van surgiendo lugares como la estación de trenes de Santa Lucía...
la iglesia de Santa María de Nazareth...
hermosos edificios convertidos en hoteles de lujo...
la iglesia de los santos Jeremías y Lucía...
el Museo de Historia Natural, ubicado en el antiguo Palacio del Fondaco dei Turchi...
el Casino de Venecia, la casa de juegos más antigua del mundo y que se ubica en el Palacio Vendramin Calergi...
el hotel Ca Sagredo con la escultura de Lorenzo Quinn que pretende sensibilizar sobre la desaparición de Venecia por el cambio climático...
la Galería de Arte Moderno ubicada en el exquisito Palacio Ca Pesaro...
Ca d' Oro, cuya delicada fachada, según la leyenda, estuvo totalmente cubierta de oro...
Pasamos con el barco bajo el Puente de la Constitución, diseñado por Calatrava con sus 94 metros que une la zona de aparcamientos de la ciudad con la estación de trenes.
Y empieza el recorrido.
Por el camino van surgiendo lugares como la estación de trenes de Santa Lucía...
la iglesia de Santa María de Nazareth...
hermosos edificios convertidos en hoteles de lujo...
el Museo de Historia Natural, ubicado en el antiguo Palacio del Fondaco dei Turchi...
el Casino de Venecia, la casa de juegos más antigua del mundo y que se ubica en el Palacio Vendramin Calergi...
el hotel Ca Sagredo con la escultura de Lorenzo Quinn que pretende sensibilizar sobre la desaparición de Venecia por el cambio climático...
la Galería de Arte Moderno ubicada en el exquisito Palacio Ca Pesaro...
el Mercado de Rialto...
La infinita cantidad de palacios llega a apabullar por su belleza...
Pasamos también ante el recinto de la Colección Peggy Guggenheim...
la inigualable iglesia de Santa María della Salute...
y la Dogana o Aduana...
...frente a la que desembarcamos para empezar la visita por la Plaza de San Marcos.
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