martes, 1 de noviembre de 2016

Bella Italia.Roma (I)


 "Roma, non basta una vita". Y es verdad, necesitaríamos mil vidas para descubrir cada rincón, cada secreto que guarda la Ciudad Eterna, la urbe seductora, romántica e inolvidable. La milenaria capital del mundo antiguo que no parece querer descansar de ser admirada y visitada por más de veinte millones de viajeros cada año, como lo ha sido a lo largo de su intensa y ajetreada historia. Su fascinante vida cultural que ofrece al que amante del arte y la historia infinidad de museos, ruinas, iglesias, catacumbas y palacios, se combina con el glamour de su dolce vita, con el carácter de sus habitantes, cosmopolita y orgulloso de saberse custodios de una ciudad que no tiene espejo en el mundo.
Sus siete colinas nos esperan para enseñarnos los rincones y secretos que custodian, así que no debemos hacerlas esperar, ya que ellas atesoran y abrazan el inmenso catálogo de maravillas que vamos a descubrir.
Aconsejo contratar una magnífica excursión que nos llevará con una visita guiada por el Vaticano, Coliseo, Foro Romano y Monte Palatino que dura unas 7 horas con la ventaja de ahorrarnos la cola para las entradas.
Podríamos empezar por cualquier monumento, por cualquier plaza o cualquier museo, pero he decidido que lo mejor es remontarnos al corazón financiero y económico de la Antigua Roma, el Foro Romano.

Debemos imaginarnos este espacio como un gran centro comercial muy parecido a los que hoy visitamos con tanta asiduidad, pero complementado con templos y lugares de encuentro para jerarquía política de la ciudad.



Fueron necesarios 900 años para completar el Foro tal y como podemos imaginarlo hoy, y llevarlo desde la pequeña plaza comunal que era hasta llegar a ser el centro del poder mundial en su época de máximo poder y esplendor.




 Curiosamente, todo este esplendor quedó en ruinas con la caída del Imperio, y lo que fue joya de la Antigua Roma se convirtió en tierra de pastoreo durante la Edad Media, que era lo que había sido antes de que fuera levantado el Foro.


Nos preguntaremos dónde están las piedras que faltan en los monumentos, ya que los vemos desmoronados pero no conseguimos ver el lugar al que han ido a parar. Muy fácil, durante la Edad Media, el lugar fue literalmente saqueado para aprovechar la abundante cantidad de mármol y piedra. Si miramos a nuestro alrededor, veremos edificios cuyas paredes fueron levantadas usando las nobles piedras del Foro.


Pero no culpemos a los romanos de la destrucción de su foro, aunque en el fondo les echemos una mirada acusadora. Por el contrario, muchos de los artistas del Renacimiento se inspiraron en el Foro para revalorizar lo clásico, y legar a la historia del arte una visión romántica y ensoñadora de sus ruinas.


Andando por la Via Sacra del Foro, salen a nuestro encuentro monumentos como el Templo de Antonino y Faustina ( ahora iglesia de San Lorenzo in Miranda), la Basílica Emilia, la Curia donde se reunía el Senado...



...el Arco de Septimio Severo y el Templo de Saturno (donde se guardaba el tesoro del Estado que llegó a custodiar 13 toneladas de oro, 114 de plata y 30 millones de monedas).


A los lados del centro del Foro encontramos el Templo de la Concordia, el de Vespasiano, el de Julio César, el de Castor y Polux y la Basílica Julia, 


Dos recomendaciones. La primera: si han visitado el Foro por la mañana, les recomiendo que regresen al atardecer, porque la vista es inolvidable. La segunda, al acabar la visita mañanera acérquense para observar la curiosa imagen del Teatro Marcelo, el primero de la ciudad construido en piedra y salvado de la destrucción parcialmente por la familia Orsini, que se hizo construir un palacio en su interior.

Damos un salto ahora a otro rincón indispensable, aunque no menos antiguo, la Basílica de San Pedro. 
Ya sabemos que el Vaticano es en sí mismo otro país, por lo que con un sólo paso, entrando por la Vía della Conciliazione, dejamos atrás Italia y entramos en territorio papal.
Si queremos ahorrar tiempo en colas y disfrutar al máximo de la visita, aconsejo contratar la excursión visita guiada por el Vaticano.

Lo primero que vemos al llegar es la enorme plaza proyectada por Bernini en el siglo XVII con la intención, lograda de que se convirtiera en corazón de la cristiandad, en aglutinante para todos aquellos que quisieran reunirse ante el Papa para rezar y estar de algún modo más cerca de Dios.


Impresionan las dos columnatas semicirculares compuestas por 284 columnas dóricas que dan forma a la plaza...

...coronadas por las estatuas de 140 santos.


El centro de la plaza está marcado por un obelisco traído por el emperador Calígula desde Egipto.


Hay que armarse de paciencia para entrar a la Basílica, ya que las colas parecen interminables, pero podemos aprovechar el tiempo para admirar el edificio al que vamos a acceder y disfrutar de su historia.


Si nos remontamos al siglo IV después de Cristo, veremos que el emperador Constantino manada a levantar una basílica para honrar el sepulcro y martirio de San Pedro. Esa primitiva iglesia, medio en ruinas y maltrecha sobrevivió hasta 1506, momento en que el papa Julio II ordenó derribarla y construir en su lugar un templo acorde con la importancia creciente del cristianismo y el reflejo del poder papal.



Bramante comenzó una obra faraónica que tardó ciento cincuenta años en completarse, y en la que trabajaron insignes artistas como Miguel Ángel o Rafael. 

El interior es inmenso y un poco tenebroso, sensación que queda aliviada por los mágicos rayos de luz que entran por linternas y ventanas e iluminan un espacio que puede llegar a cobijar hasta 60.000 fieles.


Muchos son los tesoros que guarda San Pedro, pero los que más llaman la atención, dentro de los escultóricos son la Piedad y el Trono de San Pedro.

Otra de las grandes joyas del templo es el Baldaquino, obra barroca de Bernini que se eleva 29 metros sobre el altar mayor -exclusivo del papa- que se levanta sobre la tumba de San Pedro y que se construyó con bronce traído del Partenón. 


La cúpula, diseñada por Miguel Ángel se eleva 119 metros por encima del altar y el baldaquino, con frescos que representan las reliquias más sagradas de la cristiandad, como la lanza de Longinos, el paño de la Verónica, la Santa Cruz, etc.


Si tenemos tiempo recomiendo subir a la cúpula, para tener una visión privilegiada del interior de la nave y...




...saliendo al exterior por la linterna disfrutar de una panorámica inigualable del Estado Vaticano y de Roma.







Las Grutas Vaticanas que se extienden bajo la basílica albergan las tumbas de varios papas.


Sin salir del Estado, en unos pasos, nos ponemos en los Museos Vaticanos, una impresionante colección de tesoros y obras de arte que los papas han acumulado durante siglos.
El punto de partida puede ser el Cortile della Pigna y de aquí ir recorriendo cada uno de los cuatro itinerarios o sólo el que nos interese.

Si nos sentimos atraídos por la escultura en mármol nada mejor que visitar el Museo Chiaramonti con cientos de bustos y estatuas en esta noble piedra.

En la misma línea, pero buscando esculturas famosas aparece ante nosotros el Museo Pio Clementino, con el famoso grupo escultórico El Laoconte, que representa al sacerdote del dios Apolo y a sus dos hijos siendo estrangulados por serpientes marinas.


El Museo Gregoriano Egizio contiene objetos traídos del Egipto romano en época del Imperio.

Pasando por la Galería de las Cartas Geográficas vamos accediendo a otras salas importantes...

...sin dejar de admirar los magníficos techos de todas las estancias.



No podemos abandonar el museo sin bajar o subir por la famosa y mal llamada Escalera de Bramante, réplica del año 1932 de la diseñada por el genial artista.

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